El delito de terrorismo urbano en el Perú | Aumenta la criminalidad violenta [INFORME]
Solo el año pasado fueron asesinadas o secuestradas en el país aproximadamente medio millar de personas.
El delito de terrorismo urbano en el Perú | Aumenta la criminalidad violenta.
Se trata de las diferentes propuestas legislativas que actualmente se deben debatir en el Parlamento nacional, que persiguen configurar en nuestra legislación penal de forma autónoma el delito de terrorismo urbano o también conocido en la doctrina como terrorismo de baja intensidad, frente al aumento cada vez más peligroso e incontrolable de la criminalidad violenta que bajo distintas modalidades en nuestro medio cada vez son más constantes y violentas.
Hablamos de secuestros extorsivos, homicidios calificados con crueldad, asesinatos por encargo, robos violentos, etc. Las estadísticas refieren que solo el año pasado fueron asesinadas o secuestradas en el país un promedio de casi medio millar de personas y hubo algo de 4,000 secuestros, sin perjuicios de otros graves crímenes violentos en agravio de toda clase de personas entre mayores, mujeres y niños.
Violencia de alta intensidad
A raíz de las recientes acciones de violencia e intimidación ejercida en contra la ciudadanía por parte de grupos de delincuentes medianamente organizados, se plantea una vez más la posibilidad de modificar de forma sustancial la legislación penal para fines de incorporar una figura delictiva específica que bajo distintas modalidades permita tipificar en nuestro medio el denominado delito de terrorismo urbano o de baja intensidad.
Hablamos de grupos de delincuentes comunes que sin pertenecer a una organización terrorista como la conocemos en términos de alineación, jerarquía y distribución de roles, utilizan métodos de violencia extrema, y a la vez selectiva, para fines de intimidar, amedrentar y atemorizar y tener a la población en un estado de terror indiscriminado o zozobra para de esa manera fortalecer sus actividades delictivas.
Terror urbano
Se trata de mantener a la ciudadanía o a importantes sectores de la población en un estado de miedo, incertidumbre o desasosiego, para tenerlos dominados o subyugados sicológicamente.
Implica actividades de violencia extrema, psicológica y sistemática, a fines de alterar de manera significativa el orden público, el comportamiento personal y la tranquilidad social. Se trata de delitos graves suscitados de forma sorpresiva e individual contra la vida de ciudadanos pacíficos que transitan libremente o se encuentran en locales públicos o privados de gran afluencia.
Nos referimos al miedo suscitado en su máxima expresión como parte de una sistemática -para fines de control- sumisión y dominación, en igualdad o en peores condiciones que lo que acontecía hace algunas décadas en nuestro país con el terrorismo político y la subversión armada.
Ahora el terrorismo urbano se aprovecha de la emotividad, la debilidad emocional, las redes virtuales y el miedo colectivo, para fortalecer y consolidar sus actividades criminales en el plano urbano o espacios de alta densidad poblacional, en donde los efectos son más agudos en términos de daños sicológicos y terror.
Un escenario psicológico malsano y particularmente negativo que saca provecho del clima creciente de inseguridad que vive el país ante la ausencia de una respuesta efectiva del Estado. Hablamos de un problema de primer orden que de no controlarse, irá creciendo hasta desestabilizar todo el país.
Prevención y anticipación
La interrogante o el tema central, es si el control y la neutralización del terrorismo urbano o de baja intensidad, en los términos como se suscita en nuestro medio, es solo un tema legal, normativo o jurídico, que implica recurrir una vez más a modificar indiscriminadamente la legislación penal especial, para estar constantemente incorporando nuevos delitos en el Código Penal, o por el contrario, es un tema relacionado con una labor policial especialmente eficiente y oportuna, cuya finalidad más importante no debe ser otra que impedir e imposibilitar por todos los medios posibles, que estas actividades se lleven a cabo o ejecuten.
Aunque ambas actividades (la jurídica y policial) son importantes en términos de reciprocidad y mutuo apoyo, en el presente caso, la prevención del acto terrorista debe ser prioritaria y encontrarse por encima de cualquier otra clase de acción que pudiera provenir del mismo Estado.
Inteligencia policial
Hablamos de impedir, frenar o imposibilitar que el acto terrorista se produzca, porque si se suscita en las condiciones y en los términos que ya nos imaginamos, entonces los delincuentes habrán obtenido lo que perseguían, que en el presente caso no es otro que imponer a toda costa el terror y la inseguridad colectiva sobre la población.
En efecto, una vez producido el ataque o el acto terrorista, sus efectos se expandirán y propagarán como caja de resonancia, e irá en aumento dependiendo de la capacidad de respuesta de las autoridades como para poder neutralizar la información desparramada que se vierte sobre el particular.
La noticia indiscriminada y sin ningún tipo de control o selectividad, pasará a convertirse en el mejor aliado del terrorismo urbano, en tanto que se cristalizará como la mejor correa de transmisión del mismo terrorismo urbano, no solo para informar a la población que se encuentra imperando el terror y el desorden colectivo, sino para que a su vez, se suscite mayor caos, desconcierto sistemático y miedo generalizado entre la población al margen del descrédito de las autoridades.
Policía efectiva
La labor policial es clave para neutralizar al terrorismo urbano, en términos de recabar información para efectos preventivos, siempre que resulte selectiva y oportuna. Hablamos de obtener información antes que se suscite los hechos, sacando información o datos sobre lo que va a acontecer.
Aprovechar que se trata de delincuentes comunes, que carecen orden interno, seguridad operativa, jerarquía definida y una fisonomía operativa definida acorde con las necesidades.
Hablamos de obtener información de inteligencia operativa a través del reglaje, el seguimiento, la soplonería, el rastreo, la indagación cruzada o la captación selectiva proveniente de fuentes relacionadas con el hampa o de los mismos delincuentes, la que pasa a convertirse en el mejor medio para obtener información que proviene de de los mismos sujetos que integran la organización o conocen de ella.
Una manera de prevenir los delitos en términos de inteligencia, a través de una fórmula de motivación que impere en estos medios. La importancia de las pesquisas pasan a convertirse en las mejores armas para investigaciones de esta naturaleza en términos de desestabilización y vulneración.
Recompensas y extensión
Una política de recompensas y exención de penas son factores estratégicos que incentivan a aquellos que están dispuestos a vender o brindar información, siempre que sea efectiva, selectiva, confiable, verificable, razonable y oportuna. La información brindada permite anticiparse a los hechos para evitar que sucedan.
Una herramienta psicológica interna que se suscita en el mundo de la delincuencia. Igual resulta importante como medio eficaz de consolidar la labor policial, mejorar de forma significativa la delación premiada con verdaderos incentivos, incluso otorgando exención de pena, si de lo que se trata es de salvar vidas humanas, para todos aquellos que estén dispuestos a delatar, confesar o revelar información.
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