Protestas en Lima: manifestantes arrojan basura en Plaza Dos de Mayo

Sin verguenza alguna niegan ser los dueños de los residuos sólidos.

Por Fabrizio Morán 

Durante un día más de las fuertes manifestaciones en el centro de nuestra capital, cientos de protestantes que exigen la renuncia de la presidenta Dina Boluarte se desplazaron desde la ruta Plaza Dos de Mayo, Alfonso Ugarte y ahora están destino a la Plaza San Martín, sin embargo, al llegar al primer punto, los pobladores del interior del país que recibieron alimentos donados por colectivos y agrupaciones de izquierda arrojaron basura y residuos sólidos en plena calle.

Al ser increpados por los transeúntes y locales de la zona, niegan ser los dueños de los desechos. Asimismo, al ser cuestionados por un periodista de nuestro medio, insistieron que no les pertenecía.
Tapers con restos de almuerzos, frutas, botellas de plásticos, y más están por doquier en el popular óvalo.

Desmanes

El jueves, las mismas personas, quienes se encuentran refugiadas por algunos alumnos de la Universidad Nacional de San Marcos (UNMSM) y la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI), tomaron Lima para hacer escuchar su voz, y de lo que era una supuesta protesta pacífica, terminó por incendiarse la capital.

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Los desmanes de destruir Lima llegan con distintos fines, exigir la salida de Boluarte, el cierre del Congreso, la excarcelación del golpista Pedro Castillo y una asamblea constituyente. Ya desde inicios de esta semana, llegaron pobladores de Arequipa, Puno, Cusco y otras partes del interior del país.

Cientos de videos en redes, evidencian las pésimas acciones que cometen los protestantes. Destruyen bancas de las veredas, realizan pintas en paredes de negocios y medios de comunicación, arrojan basura sin preocupación, entre otros actos vandálicos como incendiar un inmueble histórico cercano a la Plaza San Martín.

Policía resiste valientemente

En estos momentos, los que lanzan arengas al Gobierno se encuentran en la Avenida Abancay, pero los policías soportan las agresiones de los que llegaron a Lima enervados. Con escudos de plástico y cascos, solo retienen a estas turbas resentidas.

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