Segisfredo Luza, conocido como ‘el doctor sombra’: el psiquiatra que asesinó al novio de su amante
Un idilio amoroso con tintes de novela rosa llevó a uno de los psiquiatras más distinguidos de la época a verse envuelto en un crimen pasional que se convertiría en un escándalo controversial para la sociedad peruana.
A mediados de los sesenta, un homicidio de grandes proporciones ocupó los titulares de primera plana de todos los diarios y revistas, escandalizando a toda Lima. Se trató del asesinato de un joven a manos de un distinguido y reconocido psiquiatra. Segisfredo Luza acribilló a un joven de ascendencia árabe y, finalmente, le dio un tiro de gracia en la cabeza al estilo de una ejecución, todo en un arranque de celos que desquició al profesional de las ciencias mentales.
En 1966, la ciudad de Lima volvió a ser escenario de un escabroso asesinato. El renombrado psiquiatra y antiguo presidente de la Sociedad Peruana de Psicología, Segisfredo Luza Bouroncle, decidió quitarle la vida a un joven que pretendía a una de sus pacientes, Martha Vértiz. Él tenía 34 años, mientras que ella solo 22. Los celos lo cegaron, y llevaron a Segisfredo a dispararle quince veces al pretendiente de la mujer de quien se había enamorado. A pesar de que, en la época en la que cometió el delito, existía la pena de muerte, se salvó de ella y, más adelante, participó en el gobierno de Alberto Fujimori.
¿Quién fue Segisfredo Luza?
Segisfredo Manuel Luza Bouroncle fue un psiquiatra peruano y el primer decano de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional Federico Villarreal. Nació en Arequipa el 7 de noviembre de 1928. Su padre, Moisés Luza, fue un dirigente aprista que fue perseguido y encarcelado durante los gobiernos militares. Segisfredo afirmaba que decidió dedicarse a la psiquiatría en un ómnibus, mientras regresaba de un viaje de vacaciones. Anteriormente, había querido ser gastroenterólogo, pero se decepcionó de una especialidad que, según él, solo le exigía saber que existían la belladona, el bicarbonato y los antidiarreicos.
Ingresó a la Facultad de Medicina de San Fernando en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, donde comenzó sus prácticas en cirugía, pero finalmente se desalentó de continuar por esa especialidad. Entonces, atraído por lecturas psicológicas, contactó al psiquiatra y docente sanmarquino Honorio Delgado y le confesó su vocación por la psiquiatría. El doctor Delgado le pidió que primero leyera Psicopatología General de Karl Jaspers y luego regresara para decirle si seguía interesado en esta ciencia. Luza leyó los dos volúmenes y volvió para reafirmarle su vocación. Así comenzó su formación en psiquiatría bajo la tutela de Honorio Delgado, quien lo llevó al hospital mental Víctor Larco Herrera de Lima, donde se inició en el estudio de casos clínicos y terapéuticos.
En 1955, se graduó en la Facultad de Medicina de San Fernando, ocupando el primer puesto de su promoción. Fue el primer becario peruano de la Fundación Alexander von Humboldt después de la Segunda Guerra Mundial y, en 1957, obtuvo el grado de doctor en psiquiatría en la Universidad de Heidelberg con el título de Doctor Cum Laude. En Alemania profundizó sus estudios sobre Jaspers, Schneider y en campos como la esquizofrenia, la fenomenología y el existencialismo.
Al regresar al Perú, fue el primer decano y profesor principal de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional Federico Villarreal, además de fundador de la Sociedad Peruana de Psicología, antecesora del Colegio de Psicólogos del Perú, fundado en 1980.
Historia de amor
Un buen día, Segisfredo Luza llegó a su consultorio ubicado en la avenida Guzmán Blanco, en el Cercado de Lima, y ahí se encontró con la estudiante de artes plásticas Martha Vértiz López. La mujer, 15 años menor que el doctor, había acudido al especialista debido a los constantes ataques de pánico que sufría esta agraciada joven. Martha se miró al espejo y juzgó que su nariz no era tan delicada como la de Teresa. Estaba en el baño de su casa en el balneario de La Punta. Era diciembre de 1964. Entonces se subió a un taxi y pidió que la llevaran a la clínica San Felipe. Allí, se sometió esa misma mañana a un refinamiento nasal. Cuando le dieron de alta, fue a la tienda “Renée” a comprar vestidos de diseño y a la tienda “Mademoiselle” a adquirir calzado recién llegado del primer mundo. Sabía, por boca del propio Segisfredo, que era allí donde Teresa compraba las prendas con las que aparecía en las páginas sociales de los periódicos. Ella nunca había...
Un año y medio atrás, su mamá la había llevado al consultorio del doctor Segisfredo Luza para que la calmara de un ataque de histeria. Martha estaba profundamente deprimida porque se iba a casar con alguien que no amaba: su primo Eduardo, un agrónomo con quien llevaba seis años de relación y a quien toda su familia adoraba. Ella, que estudiaba artes plásticas, sentía que él estaba a millas de distancia de su alma sensible y desadaptada. Martha detestaba las convenciones familiares, las buenas maneras, el diálogo obligado. Por aquellos días, Segisfredo aparecía en televisión opinando como un brillante psiquiatra doctorado en la Universidad de Heidelberg, Alemania, así que los padres de ella no dudaron en confiarle a su hija.
Martha Vértiz López era una estudiante de artes plásticas que fue llevada por su madre al consultorio del Dr. Luza, ya que su hija sufría ataques de histeria y pánico, situación creada por la presión familiar que la obligaba a casarse con un familiar cercano. Ella no quería casarse con su primo, una persona a quien no amaba, pero que era avalada por toda su familia.
A lo largo del tratamiento, ambos (el Dr. Segisfredo Luza y Martha Vértiz) lograron conectar, convirtiéndose en amantes, y continuaron viéndose después de haberla liberado del problema de conducta, superando la histeria y el pánico. Desde aquel primer contacto, Luza y Vértiz hicieron “click” y entre ellos comenzó un intenso romance que tendría consecuencias fatales. Segisfredo Luza estaba casado con Teresa de Rávago, una distinguida dama de la sociedad peruana, con quien tuvo cuatro hijas. Posteriormente, se volvería a casar y tendría otro hijo. Sin embargo, los insistentes pedidos de Martha Vértiz para que su pareja se divorciara (pues estaba casado con Teresa de Rávago) solo encontraban excusas y evasivas por parte del profesional, que parecía no querer dejar su estatus de casado. Todo empeoró para ella cuando el psiquiatra y su esposa emprendieron un romántico viaje por Europa que duró un par de meses.
Fatídica conversación
Esta vez, el sentimiento de amargura y decepción fue de Segisfredo Luza, quien, totalmente sobrepasado por la nueva situación, buscó y halló a Wanus para invitarlo a conversar en su oficina. Elegantemente vestido, y sin presagiar lo que iba a suceder, Fares llegó a la cita, que ocurrió un 13 de octubre de 1966. Durante la acalorada discusión, el árabe le solicitó a Luza que se olvidara de una vez por todas de su amada, pues iban a iniciar una vida juntos muy pronto. Según la prensa de la época, en medio de la conversación, Luza le pidió a Fares que lo esperara un minuto, ya que iría a buscar una pintura que su expareja le había pedido que le devolviera. Pero al regresar, en sus manos no llevaba ninguna obra de arte, sino más bien una pistola Browning de 9 milímetros. Con ella, efectuó hasta quince disparos sobre Wanus, quien murió de manera instantánea. Pero igual, el doctor realizó sus últimos disparos sobre su cabeza.
Tras el homicidio, esa misma madrugada, Luza fue hasta la policía para entregarse y confesó el hecho. No pasó mucho tiempo antes de que se iniciara el juicio en su contra. Al final, fue condenado a ocho años de prisión. Aunque pudo ser peor, pues el fiscal pidió que se le aplicara la pena de muerte, todavía vigente en el Perú. Pero su abogado, Carlos Enrique Melgar, lo salvó de esta situación al declarar y demostrar que su cliente estaba en “un estado paranoide y en un cuadro de delirio pasional”. Este detalle le cambiaría la vida.
Ya en prisión y cuando había cumplido la mitad de su condena, considerando el tiempo que pasó mientras duraba el juicio, y aprovechando la fama que tenía como profesional y por el caso, en el mes de julio de 1971 Luza le mandó una carta al mismo dictador Juan Velasco Alvarado relatándole su versión de todo lo ocurrido. Para el año siguiente le llegaría el indulto que le dio la libertad. Con los años, se llegó a especular que el infortunado Fares Wanus era homosexual y que solo se prestó a la pantomima de su amiga para darle un escarmiento al doctor. Nunca se ha llegado a comprobar si esto fue cierto.
En 1966, su historia personal fue atravesada “por un corte transversal” de dramática magnitud al asesinar en su consultorio, de quince balazos, a Fares Wanus, un joven pretendiente de Martha Vértiz, quien era paciente de Luza y que luego se convirtió en su amante. Segisfredo Luza se entregó inmediatamente a la policía, generando conmoción en la sociedad limeña debido a que gozaba de prestigio académico y profesional, y por la cobertura sensacionalista que se le dio al suceso. Fue sentenciado a ocho años de prisión y en 1971 escribió una carta dirigida personalmente al presidente Juan Velasco Alvarado en la que le explicó su versión de los hechos ocurridos. Finalmente, este le indultó en 1972. Estuvo tres años preso.
Pasó sus últimos años residiendo en Cieneguilla, donde finalmente falleció el 28 de septiembre de 2012. Antes de ello, publicó un último libro: El poder psicosocial, editado por la Universidad Alas Peruanas.
Creador de los psicosociales
Segisfredo Luza fue señalado por muchos de los opositores del gobierno de Alberto Fujimori como uno de los asesores de Vladimiro Montesinos en el SIN, encargado de crear psicosociales (mayormente hechos sobrenaturales) para distraer a la opinión pública de sucesos desfavorables para el gobierno en la década de los noventa. En un país como el Perú, o en cualquier parte del mundo, tener una personalidad camaleónica puede ayudar en muchos ámbitos de la vida.
Uno de los casos más emblemáticos de esta situación, y que ya muchos habían olvidado, es el del reconocido psiquiatra Segisfredo Luza Bouroncle, quien saltó a la fama debido a un escandaloso caso de amor, muerte y celos. Sin embargo, su nombre quedará grabado no solo por ese hecho, sino también por haberse convertido en el principal “creador de psicosociales” recordado por el pueblo peruano a finales del siglo XX. Para corresponder al gesto del expresidente, empezó a trabajar ad honorem en la Oficina Central de Información del gobierno peruano. Estuvo a cargo del Departamento de Operaciones Psicológicas, una oficina que realizaba campañas de comunicación para alejar al pueblo de la protesta.
Para 1973, la dictadura de turno lo reclutó para trabajar en la Oficina Central de Información (OCI) y hacerse cargo del Departamento de Operaciones Psicológicas. Esta oficina era la encargada de crear diversas distracciones mediáticas para que la sociedad se mantuviera ocupada en otras cosas y “no protestara” las medidas del general Velasco. Un ejemplo de esta situación se dio cuando el régimen militar se vio en la obligación de subir los precios de los combustibles. Entonces, el astuto doctor elucubró un plan para que la medida no fuera del todo impopular y no generara protestas en la población. El plan consistía en esparcir el rumor del aumento de la gasolina un mes antes, pero este incremento iba a ser la mitad de lo que en realidad sería. Para cuando se dio el aumento, y al ver la gente que no era tanto como se había especulado, respiró tranquila. Y ya no hubo nadie que se quejara.
Venganza con sabor a muerte
Tras enterarse de esta situación, Martha montó en cólera y celos, pues se sabía engañada, y decidió echar todo al olvido para comenzar de nuevo una vida de noches y bohemia por la Lima fiestera de finales de la década de los sesenta. Cuando Luza Bouroncle regresó a Lima, se reencontró con su joven amante, quien le contó que ahora sí había conocido a un hombre que la respetaba y quería. El nuevo galán de la pintora era Fares Wanus, un joven de ascendencia árabe con quien, según ella misma manifestó, iba a contraer nupcias muy pronto.
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