¿Bolivia patrocina la subversión en Perú?
Puno es el epicentro de la etapa de perturbación política calculada y violenta surgida luego del autogolpe frustrado del 7D de Pedro Castillo y sus asociados ideológicos internos y externos.
La región altiplánica sin embargo cuenta con las herramientas para revertir su freno. Ingentes recursos mal usados (solo por canon o transferencias mineras Puno recibió en 2022, S/ 525 millones, cinco veces más que en 2021) explican su empantanamiento actual. Dato clave: el último Índice de Corrupción de la Contraloría General de la República consigna que en 2021 Puno perdió S/ 1,210 millones, siendo la cuarta región luego de Piura, Arequipa y La Libertad en el ranking de corrupción e inconducta funcional.
En realidad, las mayores salidas (es obvio por cierto el necesario apoyo del gobierno central para la formalización de la minería extralegal) a los recalentados problemas socioeconómicos en Puno, están en Puno. Si los puneños fiscalizaran y exigieran acción transparente y de resultados a sus gobernantes elegidos más cercanos, otra sería la historia. Pero no es así. Han caído en la manipulación politizada y hasta violenta.
Como en casi todo el país, lamentablemente se sigue evadiendo corregir las estructurales y viejas fallas del Estado reflejadas también en las gestiones regionales, provinciales y distritales capturados por la ineficiencia, la corrupción y el despilfarro. Ese es el tema de fondo.
A esta antigua hipertrofia estatal de gestión en Puno se añaden factores explosivos y antisistémicos que no pueden desestimarse y que persiguen superpuestos fines políticos y económicos (esto en torno a la alta informalidad extractiva y al control de recursos como el oro, uranio, litio… y otras “tierras raras” de alta demanda externa). Y en este plano la conexión subterránea de ciertas tensiones del sur peruano con el “híbrido” proceso boliviano y sus intereses geopolíticos estarían jugando un rol determinante.
La dinámica de poder de Bolivia (incluyendo a su etiquetado “narcoestado”) que inició una espiral extremista y autoritaria cuando el cocalero Evo Morales llegó a la presidencia en 2006 y cuyo influjo prosigue con el presidente Luis Arce (pese a la aparente “distancia” entre ellos) y el partido oficialista MAS, cruzó poco a poco la porosa frontera con Perú envenenando el contexto sociopolítica regional; esta influencia que incita además la violencia organizada amenaza contaminar todo el sistema de conflictos nacional peruano.
Es decir, que en algún momento los peruanos, y no solo los puneños, tendrán que tomar posición a favor en contra de un relanzado “proceso revolucionario” (cuya naturaleza es desconocida por la población en realidad) con apariencias “democráticas” pero que contiene incluso hasta un chip de alcance separatista y de evidentes intereses transnacionales. No por nada los países probolivarianos están muy atentos con los desenlaces internos desde la expectoración de Castillo.
En ese sentido —y a todos los plazos— será inevitable ver al factor boliviano como un elemento que infiltra, impacta, en la situación peruana y viceversa. No ha sido tampoco casual que Evo Morales haya sido un asiduo visitante y participante indirecto de la política en Perú (a mediados de agosto de 2021 llegaría a apadrinar en Lima el nacimiento del Fenatep, otro pokemón senderista del Conare-Movadef) antes y después del triunfo presidencial del dúo Castillo-Cerrón y de varios asociados aún a flote en el Poder Legislativo. (Ver: “Evo, el puente externo entre el castrochavismo y Sendero Luminoso”. 7/11/2021. M. Lagos. Expreso).
¿Cómo abordará el régimen peruano actual, y el que venga después, la posibilidad de un gradual proyecto desestabilizador impulsado desde Bolivia vía subversivos o extremistas violentos organizados? ¿Cómo se contiene un juego geopolitico transnacional —y quizá antiperuano— cuando no se puede ni siquiera desmontar los peligros internos incipientes en desarrollo? ¿A qué juega Bolivia (en la misma órbita de Colombia con Petro, México en AMLO y otros) con respecto al Perú?
En un tema macropolítico cabe recordar que existen hoy en el mundo países designados como “patrocinadores del terrorismo“. Irán, por ejemplo, es el auspiciador del Hezbollah libanés (grupo terrorista con una red de amenazas y apoyo logístico montado en América Latina y el Caribe con epicentros en Venezuela y en la Triple Frontera entre Brasil, Argentina y Paraguay). El último 28 de febrero el Departamento de Estado de los EE.UU. (ahora con Biden como antes con Trump) renovó la inclusión de Cuba como un régimen auspiciador del terrorismo (el castrismo ha hospedado a cabecillas narcoguerrilleros colombianos, etc.). Esto ubica a Cuba junto a Corea del Norte, Siria, entre otros.
¿Qué ocurre con Bolivia que sospechosamente (y salvo el breve interregno del gobierno de Jeanine Áñez) ha forjado durante años relaciones estratégicas de alta gama con exportadores de caos y violencia política como Caracas y La Habana… y relaciones de cooperación con fuerzas antioccidentales extremas como las iraníes instaladas en Sudamérica?
¿Puede seguir obviándose que hoy, por ejemplo, en territorio boliviano actúa una o varias células del reciclado Sendero Luminoso (dirigidas por Alex Chamán en coordinaciones con el fundador del Movadef senderista y dirigente del Fenatep-Puno, Tito Rojas) que conecta a operadores cercanos a Pedro Castillo y con un rol nuclear en la violencia política planificada de signo terrorista que persiste en ciertos escenarios en Puno? (Ver a propósito publicaciones de la Unidad de Investigación de Perú21 acompañados por un editorial, “Los azuzadores de Puno”. 8/3/2023/, donde se preguntan: “¿Los aparatos de Inteligencia de la Policía y de la DINI no tienen identificados a estos promotores del terror que buscan imponer sus plataformas políticas con chantajes y extorsión?”).
Más preguntas surgen entonces: ¿Qué medidas se están disponiendo para neutralizar estas amenazas ya en plena ejecución progresiva desde suelo boliviano? ¿Dina Boluarte preguntará a Luis Arce si su gobierno tiene conocimiento sobre estas tramas neosenderistas e insurreccionales de “largo aliento” coordinadas desde su país?
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