¿Existe riesgo en los embrionarios grupos de extrema derecha?
El sistema de tensiones peruano fue penetrado y envenenado durante años por afiebrados grupos extremistas de izquierda. La violencia que dosificaron los actores calculadores opacó las demandas —legítimas en algunos casos— de los actores desposeídos o los verdaderamente reclamantes y no violentos.
Reciclados senderistas, emerretistas y otros, por ejemplo, se colaron durante años en la «conflictividad social» disfrazados de ambientalistas y dieron forma a la brutal fuerza antiminera como la que el desgobierno de Castillo y Cerrón dejó operar con impunidad. La ciudadanía, y no solo en la capital, se demoró en ver el caos incitado de los extremizadores.
Esta dinámica de la violencia descentralizada y progresiva —Puno es el escenario en gestación conectado al factor boliviano—, también de signos ideológicos y crematísticos, no debe distraer la aparición y el influjo (aunque aún de un grado mucho menor de letalidad) de grupúsculos de extrema derecha que pueden crear desafíos violentos crecientes, también con fines políticos, si no son frenados a tiempo.
Al igual que como con la ultraizquierda, estas energías de ultraderecha funcionan primero como cámaras de eco de la radicalización (las redes sociales digitales facilitan su avance gradual). En esa ruta, sus elementos más tóxicos pueden después cruzar fácilmente las líneas hacia el extremismo violento replicando a sus letales antagonistas de la izquierda comunista, socialista del siglo XXI o chavista, maoísta, etc. Aún muy reducidos (acotados en Lima), se ha detectado que hasta llegan a hacer suyos saludos neonazis y fascistas.
Como señalábamos en 2021, no debía descartarse que algunos estén coordinados para agredir de forma calculada a ciertos actores políticos pro-Castillo del momento (como ocurrió con el acciopopulista Yonhy Lescano) y funcionales «centristas» caviares para alentar su victimización (según fuentes periodísticas y policiales algunos dirigentes hoy ultraderechistas han sido miembros o mantienen contacto con operadores de izquierda). El objetivo habría sido infiltrar y así desacreditar a las fuerzas prodemocráticas que se articulaban en contra de la peligrosa concentración de poder del régimen de «Perú Libre» pos 28 de julio de 2021.
En 2023, la recurrente intervención de alto impacto mediático de estos grupos de derecha extrema es sospechosa. Aparecen justo en escenarios que sirven para relanzar tensiones políticas cuando éstas han disminuido; refuerzan también así las narrativas izquierdistas que «alertan» sobre la «amenaza vigente» de los «fachos de derecha». ¿A quiénes favorece realmente su proceder?
Estos sobredimensionados grupos (embrionarios en realidad) de extrema derecha, no han sumado a la lucha por la democracia y las libertades. Son en todo caso su talón de Aquiles. Vía el hostigamiento, el acoso, la amenaza… la violencia política, pueden degradar torpe y hasta delictivamente las manifestaciones pacíficas por venir tal como ocurre con las fuerzas organizadas del izquierdismo extremo y hasta terrorista en algunos frentes.
Con métodos tipo «fuerza de choque» victimizan además a los autoetiquetados «centros políticos» en apariencia. Ahí están los sectores progresistas que, en la práctica, se convirtieron en los garantes del prosenderismo corruptor al que llevaron a la presidencia en segunda vuelta en 2021.
Es decir, con su actuar los colectivos extremistas de derecha pueden terminar facilitando las estrategias de victimización mediática de caviares y ultraizquierdistas.
En lo que viene del proceso político, las fuerzas democráticas de derecha se obligan a marcar distancia y denunciar a los extremistas violentos provenientes de ese lado del espectro político. No pueden caer en lo mismo que durante años los falsos «centrismos» caviares propiciaron: la invisibilización de la extrema izquierda (actuando también vía tácticas terroristas como la amenaza de violencia) que logró hegemonizar con impunidad mucha de la famosa «conflictividad social». Una conflictividad que empantana al país y que incluso logró colocar a sus conectados en varios de los más altos cargos públicos en los gobiernos regionales, municipales… y en el Parlamento y en Palacio de Gobierno el 28 de julio de 2021.
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