«Montesinitos» por el poder
La trama de Pedro Castillo, “El Español” y varios cómplices uniformados en torno a la creación de una red de inteligencia clandestina y paralela a la legal, muestran una vez más el nivel de criminalidad alcanzado en tan solo 16 meses de “gobierno” extremista e izquierdista de “Perú Libre”. Afanes políticos, ideológicos y delictivos, se mezclaron aquí.
Es sin duda otro flanco de la punta del iceberg que recién se va conociendo (como la intención de trastocar a la Policía Nacional del Perú en una Policía Militar del Pueblo, PMP, según los manuscritos encontrados al “asesor en inteligencia” Shimabukuru). Mucho todavía queda de fondo por ver y conocer, incluyendo el influjo en la situación peruana de actores externos del que casi nada se ha escrutado.
¿Cuál sería el contexfo hoy si el golpe prosenderista y corruptor del 7 de diciembre de 2022 triunfaba?
Como se advirtió en 2021 —y antes—, el proyecto político en gestación sí era dictatorial y de largo alcance. Montado además sobre la base de un corrompido y progresivo contubernio cívil, militar y policial. Otro remedo de los vigentes proyectos bolivarianos inamovibles en la región (y hasta anexados al narcotráfico y al terrorismo internacional).
Felizmente el factor castrense institucionalista salvó honor en Perú y no cedió evitando una escalada brutal de represión antiliberal en todas sus dimensiones y de asalto autoritario a todas las instituciones. En crudo: de haber tenido éxito el autogolpe del 7D se habría visto al desatado Sendero Luminoso “político” (vía Castillo y el cogobernante Cerrón) al fin atornillados en el trono presidencial recibiendo el increíble soporte de quienes se supone, desde las constitucionales fuerzas armadas y del orden, tenían que contenerlos. De la que se salvó el país.
Desde hace muchos años los aparatos de Inteligencia peruanos han sido manoseados por inescrupulosos persiguiendo concentraciones de poder político y de riqueza. Aún sigue vivo por ejemplo el recuerdo del SIN de V. Montesinos en los noventas que dio soporte a A. Fujimori. Hoy ambos purgan condenas implacables. ¿Por qué no está ocurriendo lo mismo con los imitadores, con los minimés del otrora montesinismo que brotaron post-2000?
Por ejemplo en 2015, durante la era Heredia-Humala, se reveló que la Dirección Nacional de Inteligencia (DINI) había estado con malas artes “espiado a distintos políticos, periodistas y personajes públicos con el conocimiento del mandatario”. Así, la Inteligencia no estaba dedicada a su función de detectar y neutralizar amenazas internas y externas contra el país, sino en buscar los medios para intimidar o socavar a los incómodos, opositores o críticos al régimen alimentando un juego sucio palaciego y politizado. ¿Hubo sanción por esos actos?
La impunidad que se ha visto con estos hechos distorsionadores en las últimas dos décadas en este terreno, abona a que surjan constantes prospectos de “montesinitos” buscadores de poder que pululan en torno a la presidencia, a los institutos armados y apostando por manipular el proceso político.
El escenario de elevado riesgo —por no decir de descomposición— del sistema de seguridad nacional llegó a ser contaminado de forma impresionante con el desgobierno de Castillo-Cerrón. Hasta operadores vinculados con el relanzado Sendero Luminoso y otros investigados por nexos con el narcoterrorismo tuvieron acceso a información privilegiada en este campo.
Cabe recordar la designación como primer ministro de Guido Bellido pese a estar inmerso en investigación judicializada por una presunta pertenencia al senderismo remanente que actúa en el VRAEM (ver a propósito: “Premier prosenderista tendrá acceso a información sensible de seguridad nacional”. M. Lagos. 31/7/2021. Expreso).
Con Castillo también se tuvo a un general que pasó de ser consejero político de Antauro Humala a ser prominente miembro de la DINI y terminando después como ministro de Defensa. En la DINI también operó en la jefatura otro militar cercano al Movadef de Sendero Luminoso. En octubre del año pasado un colaborador eficaz con código CE-03-2022-EFICCOP contó a la Fiscalía que Vladimir Cerrón cobraba S/ 40 mil mensuales de una partida clandestina de la DINI bajo el seudónimo de “agente Montaña” (no es broma). ¿En qué quedó este desaguisado?
A estas alturas es inevitable preguntar a qué tipo de datos, planes estratégicos, de operación e intervención, fuentes… han tenido acceso estos operadores revelados y otros desconocidos; más aún confirmando ahora el verdadero plan dictatorial que el mascarón de proa Castillo estaba cocinando y que por suerte no se concretó.
Las pugnas por el control de los organismos de inteligencia y sus enormes recursos se dan muy lejos del conocimiento público. No hay al parecer fiscalización efectiva ni siquiera desde el Congreso. Es una dinámica subterránea en la que además los mandatarios juegan como decisores claves. Alrededor de ellos han pretendido empoderarse una serie de “chiquivladis” intentando replicar la suerte inescrupulosa del antiguo SIN montesinista; sobre todo para mapear y amedrentar a los potenciales “enemigos” del gobiernismo de turno.
Debe decirse: los estructuras de inteligencia y seguridad nacional están obligadas a enfrentar una profunda reforma interna (incluyendo la generacional como bien se ha sugerido desde ciertos sectores). El país seguirá indefenso ante las amenazas reales (internas y externas) y ya en ejecución si estas instituciones cruciales siguen siendo infiltradas por manipuladores en potencia ofreciendo servicios paralelos al poder político conectados incluso a organizaciones delictivas con fines lucrativos y corruptores.