Ana María Westphalen y sus esculturas: “Lúdicas en movimiento”

Háblenos de su vocación, ¿cómo se convierte en escultora autodidacta? 

Siempre me gustó mucho el arte, desde niña. En el colegio, participaba en los concursos florales, hacía mis trabajos en pintura, y ya tenía algunas pequeñas intervenciones en escultura con cera. Recuerdo que compraba mis velas y las derretía. Me quemaba los dedos, pues a esa edad no tenía los instrumentos para moldear. Igual, le iba dando formas a la cera. Mi satisfacción era ver el trabajo terminado.

También me gustaba la literatura, la psicología, el derecho, y todas las áreas de letras. Decidí estudiar educación inicial, y he enseñado muchos años en el colegio. He sido promotora cultural, fundé un instituto cultural en La Molina, en el que se impartían clases de pintura, escultura, cerámica, y se organizaban seminarios y conversatorios sobre arte, música, literatura, historia, ciencia política, economía. Luego, con mi esposo Paco, entramos en la aventura de hacer el Instituto Voltaire, que formaba analistas políticos. Al concluir dicho proyecto, decidí tomar  unos talleres de escultura, de cerámica con el profesor Ocaña; de laminado en plata, con los orfebres Gutiérrez; y otros, con mis hermanos del arte. De esa manera, podría decir que retomé el arte, y me dediqué únicamente a mis esculturas. Empecé a trabajar con mármol, con piedra de Huamanga, e iba viendo cómo podía formar figuras con barro y arcilla, y acrílico. Y así, fui entrando en el método experimental. Estuve exponiendo durante de ocho años. En una oportunidad, se me presentó una señora que me habló de llevar mis esculturas a Ginebra, junto con otros peruanos. Entonces, participé en la Feria del Arte de Ginebra y en el Consulado del Perú en Ginebra.

El arte es hermoso, además, porque te permite realizar una tarea de proyección y responsabilidad social. Por ejemplo, una de mis esculturas se encuentra en el parque María Reiche, de Miraflores; igualmente, pertenezco a la Asociación Cultural “Ars Nostrum”, que la dirige  Malena Santillana, una de cuyas funciones es hacer que las personas privadas de su libertad, en diversas cárceles, puedan tener una posibilidad real de resocialización a través de la pintura, la cerámica, la escultura, del arte convertido en posibilidad laboral para ellos.

El filósofo Francisco Miró Quesada Cantuarias definió sus esculturas como “lúdicas en movimiento”. Precisamente, una de sus características de su arte es la variabilidad de temas, de técnicas y de materiales.

Es así. Mis esculturas tienen un carácter multifacético. Mi arte ha representado temáticas y materiales diversos. En cuanto a los materiales, por ejemplo, he hecho esculturas en acrílico con plata, en madera con acrílico, en aluminio con madera, en acrílico con piedras semipreciosas peruanas. Utilizo los materiales de acuerdo a lo que quiero expresar en el momento. He realizado diversas exposiciones con diversos materiales. Por ejemplo, mi primera exposición fue en 1998, en la Noche del Arte Americana; en 1999, participé una individual en la Municipalidad de Tarbes, en Francia, con unas miniaturas hechas en piedra de Huamanga y en mármol. En Ginebra, expuse unas aves hechas en plata laminada, una mezcla de acrílico con plata, y de madera con plata. En la Galería de Corrado Bortone, en Francia, expuse animales mitológicos prehispánicos, de nuestra costa, sierra y selva; investigué en libros y museos para encontrar los tipos de animales expresados en los huacos, en las vestimentas, en los mantos. En el municipio de Offenbach, en Frankfurt, Alemania, expuse unos alambres en plata que representaban a personajes circenses, como contorsionistas, equilibristas y malabaristas. En la Galería de Yvonne Sanguinetti presenté una individual que se llamó “Naturaleza en Extinción”, con unas esculturas en donde intervenía la madera con el acrílico, el mármol con la madera. En la Galería de Didariel de Joachim Dariel, en Boulogne-Billancourt, presenté unas esculturas en bronce. He participado en una individual, con esculturas en plata, en la Municipalidad de Miraflores, en Lima. También he participado en la Beneficencia Pública de Lima con una individual, que se llamó “ADN”, con unas esculturas de 1 metro con 60 centímetros de alto, eran serpientes hechas en madera. Se trató de un homenaje a las culturas Chavín de Huántar, Chan Chan, Kuélap, Paracas y Lima.

Su próxima exposición tiene por título “Cuerpos fracturados”, y se llevará a cabo en la Galería Mestiza, en Madrid, del 5 al 29 de setiembre. ¿Por qué el tema del cuerpo, y qué esculturas está llevando para exponer? 

El cuerpo es uno de los temas más importantes de la reflexión estética, cuya importancia se reafirmó en la última pandemia. El cuerpo es lo más antiguo que tiene el hombre, y es un objeto de estudio omnicomprensivo, pues implica las guerras, el hambre, la soledad, la depresión, los feminicidios, la incomprensión, el egoísmo, las discriminaciones social, racial y religiosa, la falta de reconocimiento del otro y, por supuesto, la interacción social fracturada por la pandemia. En verdad, la pandemia fracturó el cuerpo, respecto de sí mismo y de los otros, pues, por ejemplo, la mascarilla se constituyó en tu propio límite, y en el límite de la comunicación con las otras personas. No se podía hablar de cerca, y menos tocar al otro, el filósofo Miró Quesada Cantuarias, que citas en tu pregunta, habría dicho que se perdió el juego y toda posibilidad de relación “lúdica en movimiento” con el otro.

Ficha técnica de Ana María Westphalen

Ana María Westphalen. 1950. Artista plástica, escultora, que utiliza como materiales plata laminada, piedra de Huamanga, mármol, madera y resina acrílica.

Madrid

Próximamente, voy a participar en una individual, llamada “Cuerpos fracturados”, en la Galería Mestiza, en Madrid, España. Estoy llevando ocho esculturas en fibra y vidrio, cuatro en acrílico, doce en aluminio y bronce, y ocho dibujos.

Por Juan Antonio Bazán

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