Chalo Rodríguez Burgos: La creatividad literaria surge de estímulos, aromas y sensaciones
Profundizando en literatura y neurociencia.

Chalo Rodríguez Burgos: La creatividad literaria surge de estímulos, aromas y sensaciones.
Chalo Rodríguez Burgos integra la neurociencia a su escritura creativa. Dice: “Entender la neuroplasticidad ha enriquecido mi capacidad narrativa, permitiéndome explorar nuevas perspectivas y profundizar en mis historias.
Esto se refleja en obras como “Surcos de vinilo”, donde la música moldea las emociones y decisiones de los personajes. Además, en “El libre albedrío del lector” reflexiono sobre cómo el cerebro construye su propia realidad, un conocimiento que me ayuda a crear personajes complejos y auténticos”.
Háblanos sobre tu niñez en Pacasmayo y en otros lugares del Perú
Nací una madrugada del 28 de julio de 1956, cuando las olas del mar de Pacasmayo susurraban memorias a su hermosa bahía, mientras los acordes del piano que mi padre ejecutaba en ese momento resonaban en el baile de Fiestas Patrias del Centro Social de Empleados, en pleno malecón Grau. Comencé a correr y jugar pelota en sus tranquilas playas, sintiendo la brisa en mi pecho y el mar abrazando mi piel. A los ocho años, fui a vivir a Pucallpa, una espectacular aventura llena de juegos bajo el embrujo de la cumbia, el candente sol y la exuberante floresta. Al año siguiente, nos trasladamos al hermoso valle verde de Cocachacra, donde los cañaverales cantan y el poderoso río Tambo riega vida en sus frondosas chacras. Fue una época eterna de inocencia e interminables juegos en sus empedradas calles. Casi al finalizar mi etapa infantil, llegué a Yurimaguas, donde mi corazón y mi mirada comenzaron a interesarse vivamente por las sinuosas formas de las ninfas del río Huallaga. Fue en ese momento que mi niñez quedó atrás.
¿Cuál es la importancia de Pacasmayo en tu literatura?
Es la matriz de mis recuerdos más profundos y significativos, la esencia de mi sensibilidad artística que impregna toda mi literatura. Es el punto de partida de un viaje emocional y creativo que sigo explorando en cada obra que escribo. La serena playa, el aquiescente mar, el elegante malecón, el viril muelle y sus empinadas calles conforman un entorno cargado de belleza natural y evocadoras memorias, dejan una impronta emocional en mi escritura. Los paisajes y sonidos de mi Pacasmayo nutren el lirismo y la nostalgia que a menudo impregno rastros en mis obras a manera cuando dejo mis pisadas en su suave y húmeda arena. Tengo varios poemas y crónicas que se sumergen en la sensibilidad del pacasmayino, su día a día que, fue variando con los años y su variada e impresionante campiña.
¿Qué literatos y críticos literarios pacasmayinos destacarías?
La primera figura que viene a mi mente es doña Graciela Zárate León, figura emblemática de la literatura peruana. Su sensibilidad poética y su compromiso con la educación y la literatura infantil y juvenil es admirable. Su obra, contiene mucho humanismo con reflexiones profundas sobre la infancia, la naturaleza y la justicia social.
Y, bueno uno de mis favoritos, don Pablo Edmundo Céspedes Ureña, toda una personalidad de la literatura y el periodismo en Pacasmayo. Me solacé leyendo sus secciones “Bajo Relieves de Actualidad” y “Solfeo Semanal”, caracterizadas por su crítica aguda y análisis de las costumbres sociales de la época.
Tienes un amor filial grande, hermoso, con tu padre, el pianista Gonzalo Rodríguez Gutti. Háblanos sobre tu experiencia vital y literaria con tu papá
Mi padre, Gonzalo Rodríguez Gutti, es más que un ejemplo a seguir; es el pilar sobre el cual he construido mi vida y mi amor por las palabras. Desde pequeño, lo admiré profundamente, no solo por su talento como pianista, que llenaba nuestro hogar de música y alegría, sino por su carácter recto y su inmensa sabiduría de vida. Para mí, siempre fue un héroe: el hombre que enfrentaba los retos con dignidad, que sabía corregir con firmeza, pero también era mi amigo y confidente en largas conversaciones que nos acercaron aún más.
En el plano literario, la influencia de mi padre es incalculable. Su libro “Mi Pacasmayo que se va” no solo es una ventana a la nostalgia de su juventud, sino también una lección de cómo las vivencias pueden transformarse en arte. Hoy estamos incursionando en una vibrante aventura, juntos estamos escribiendo un libro. Viene a ser un puente entre su pasado y nuestro presente, una conversación eterna entre dos generaciones unidas por el amor a nuestra tierra y a nuestras historias.
Mi padre no solo me enseñó a amar Pacasmayo, su historia y sus tradiciones, sino también a entender que la escritura puede ser un refugio, una forma de honrar el pasado y de dialogar con la vida misma. Este proyecto compartido es una extensión de nuestra relación: un viaje de recuerdos, música, enseñanzas y conversaciones que seguirán resonando en mi corazón y, espero, en las páginas que dejaremos como legado.
Finalmente, ¿cómo influye la neurociencia en tu obra literaria?
Gran parte de mi creatividad surge de estímulos, aromas y sensaciones. La música, los recuerdos y las lecturas son el detonante perfecto que me impulsa a escribir. La música, en particular, actúa como un disparador que conecta directamente con mis emociones, ayudándome a construir realidades que se transforman en historias. Gracias a las neurociencias, he comprendido cómo estos estímulos activan regiones de mi cerebro, influyendo en mi imaginación y en la conexión con mis personajes.
El entrevistado
Chalo Rodríguez Burgos es un narrador y poeta pacasmayino, que ha recibido premios nacionales e internacionales. Es un destacado embajador cultural. Su propuesta literaria se caracteriza por integrar creatividad y neurociencia.
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