Gloria Alvitres Aliaga, escritora: “Las heridas de la tierra son como la piel quemada”

Presentó su poemario ‘Presagio y sedición de la orquídea madre’.

Diario expreso - Gloria Alvitres Aliaga, escritora: “Las heridas de la tierra son como la piel quemada”

Inicias tu poemario con un verso que revela lo que ocurre con nuestra madre naturaleza: “Se extingue la vida en el jardín”.

Creo que la poesía como todas las artes tiene la capacidad de evidenciar realidades, de gritar, de nombrar lo innombrable. La idea del jardín me remite a poetas como Emily Dickinson o a la idea del Jardín de Adán y Eva en la concepción católica. Solo que ese jardín maravilloso, lleno de frutales y animales, como nos pintaron en los libros de religión, está extinguiéndose, justamente, por causa de un sistema que destruye la vida.

Emily Dickinson, por ejemplo, amaba tanto su jardín que se dedicó años de su vida a construir un herbario, secó ella misma las plantas, las preservó y su colección se ha convertido en un registro de especies de una época. No puedo dejar de pensar en esa capacidad de registro que puede tener las artes y la poesía, en lo trágico que sería que las especies de plantas y animales que nombramos en nuestros libros no existan en el futuro y que la evidencia de su paso por la tierra sea el testimonio de las poetas.

Caminar descalzo en medio del bosque, abrazar un árbol, disfrutar del sonido de los pájaros son prácticas que se han perdido con el tiempo, ¿alguna reflexión al respecto?

Es que la vida urbana, el trabajo diario, la rutina nos han hecho abandonar la contemplación de la belleza y la búsqueda de la tranquilidad. En la ciudad misma hay animales, árboles, flores que no vemos, ¿cuántas veces a la semana te detienes a mirar que ha florecido una sábila o que apareció una tórtola en una rama? No los vemos, vivimos al margen de ellos, en Lima, incluso ha sido cruel lo que se le ha hecho al Rímac: contaminado, cercado por cemento, convertido en desagüe. Y así queremos tener vacaciones en lugares de campo, apreciar animales. En un mundo mecanizado, reflexionar a partir de la naturaleza me parece un acto de resistencia, hacer ese primer acto una acción más social es una posibilidad abierta.

¿Cuál crees que son los elementos en común entre la poesía y la naturaleza?

La naturaleza es un tema que se ha abordado desde siempre en la poesía, desde que tenemos arte, la humanidad ha mirado con asombro, intriga y amor a las plantas, animales, especies. La poesía busca en la naturaleza la belleza, contemplación, reflexión, pero también la naturaleza en la literatura genera sentimientos de terror e intriga, pienso en los libros de bosques encantados o la literatura gótica. Creo que en estos últimos años, la poesía está apostando por una ecoliteratura, que es un repensar la narrativa y la poesía desde la relación humanidad- naturaleza, es cuestionar esa relación y hacer visible cómo se mira a la naturaleza como un objeto, como se le quiere sacar provecho, extraer recursos, lo que nos ha llevado a una crisis ambiental y de civilización.

Este libro es un grito de protesta que emerge desde las entrañas de la tierra contra la deforestación del bosque y la depredación de las especies.

Es un grito sí, es un canto, también una oda, por momentos también apreciación. También es una forma de imaginar de otras formas la depredación y las respuestas rebeldes de la naturaleza ante ello.

Hay en tu libro versos vigentes que reflejan por ejemplo los incendios forestales de estos días, ¿Cuál elegirías para expresarlo?

En esta época que estamos viviendo incendios forestales, la literatura también protesta y exterioriza esa desolación, es ansiedad que nos genera ver el fuego destruyendo el hábitat de animales, quemando árboles. Hay un verso que surgió pensando, justamente en los incendios provocados, que es el siguiente: “Las heridas de la tierra son como la piel quemada”. Cada daño a la Tierra es un daño al cuerpo humano también, a nuestra salud, a nuestra vida, nuestra tranquilidad y permanencia como especie.

Curiosamente, ese poema surgió cuando tuve una quemadura en la mano y pasé semanas vendada, fue muy doloroso y pensé en el fuego, soñé con el fuego arrasando todo a su paso. Quise empatizar con los animales y plantas que son destruidos y como esto sucede en un marco de destrucción generado por la humanidad. Con esto no quiero plantear una postura que rechaza la humanidad y la culpa de toda la destrucción, pero sí llamar la atención de que como especie somos responsables de las mayores devastaciones de fauna y flora, pero que, además, existe un grupo de poder que tiene más responsabilidades.

Tus versos nos invitan a conectar con la naturaleza, ¿cuál crees que es la mejor forma de reivindicar esta conexión?

Es inevitable sentir una conexión con la naturaleza, nosotros mismos como humanidad estamos insertos en la naturaleza, no es posible escapar o pensarnos fuera de ella.  Las formas de reconectar con las plantas pueden ser diversas, desde un huerto, hacer una ruta por un paisaje, acercarse a las plantas medicinales, pero, sobre todo, parte de una conciencia que no somos la especie humana superior, sino que todo tiene una interrelación. Esto último es un principio que respetan mucho las culturas indígenas y los sabios y sabias indígenas, de ellos podemos aprender mucho en la relación y la mirada que tenemos de los otros seres que habitan la tierra.

Al final, dedicas tu libro a los líderes indígenas que fueron asesinados por el narcotráfico, la tala ilegal, la minería y la corrupción. 

Creo en la escritura política, porque yo misma soy activista y trabajo en organizaciones ambientales. Ese cierre del libro es para marcar una época, un momento en la historia del Perú en que se asesinan a líderes ambientales por su labor de denuncia. Esa lista es hasta el 2023 y este año se sumaron cuatro casos más, lo que es preocupante, lo peor es que se sabe que la ilegalidad persigue a los pueblos en zonas andinas y amazónicas, pero pocas acciones se toman de parte de la Policía o el Estado. Esta historia de dolor y muerte se vive en todos los países de América Latina, que es una de las zonas más peligrosas para líderes sociales.

Sobre la autora

Gloria Alvitres (Collique-Lima, 1992) es escritora y periodista, estudia y teoriza sobre la ecocrítica. Publicó el libro Canción y vuelo de Santosa (Alastor, 2021). Sus trabajos periodísticos hablan sobre temas de memoria, ambiente, feminismo y colabora con el medio ambiental Mongabay Latam y es parte del Movimiento Ciudadano Frente al Cambio Climático en Perú. En esta entrevista nos habla sobre su reciente entrega Presagio y sedición de la orquídea madre (Alastor, 2024) que se presentó en la Feria Internacional del Libro de Lima.

Por Carlos Rosales Purizaca

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