Indierocker Kitty: música y autodescubrimiento | Una historia del género fantástico
Uno de los principales axiomas de la literatura y del arte en general es escribir (o crear) sobre aquello que conoces. Y la autora de este cómic llamado Indierocker Kitty, sabe del tema que está tratando. Una joven integrante de una banda de rock llega tarde para una importante audición, y el resto del grupo le recrimina.
La historia empieza con el problema, que es la falta de puntualidad, muchas veces asociada al talento aun no disciplinado. Visualmente se aprecia el trazo suave, los colores en morado y pastel, la moda, la juventud. Lo eterno femenino, como diría Goethe. Aunque parezca mentira, no sorprende que la protagonista, así como los demás personajes, sean de cuerpo humano y cabeza de animal (Kitty es una humano-gata).
No, no se trata de La isla del doctor Moreau, donde se hace experimentos con animales y crean aquellos seres dramáticos. El hecho se da por sentado, y por eso esta historia, si se quiere clasificar de alguna manera, cae dentro del género de fantástico maravilloso, en el que existen hechos fantásticos (como los humanos con cabeza de animales) que no sorprenden al lector, a diferencia del género fantástico puro, en el que ocurre un hecho clave que sí deja sorprendido al lector.
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Fuera de ese detalle, el ambiente es muy familiar: urbano, juvenil, un entorno de bandas musicales. No hay experimentos genéticos, no hay hambre ni sed. Es una joven que ha llegado tarde a una audición. Luego de planteado el problema, la solución se pone interesante: un espectro salido al parecer de su propia conciencia, se ofrece a ayudarla.
En este caso recuerda mucho al Mefistófeles de Fausto, sin el contrato de sangre, claro, pero que levanta la historia. Kitty comienza a interactuar muy a su pesar con esa sombra oscura de su ser, y luego se escapa para conversar con su amiga y pensar en una solución.
El conocimiento del mundo de las bandas no solamente parte de los nombres curiosos que ofrece al lector (Ok Koala, Vuelo 74, Mondo Salvaje), sino también de los escenarios compuestos en las viñetas, que domina muy bien (los ensayos, los chismes sobre contratos secretos, bares, fiestas y productores).
Reflexión
La solución, como muchas cosas en la vida, parte de un trabajo arduo, bajo presión, contra el reloj. Mina, en este caso, se enfrenta a ella misma, tratando de arreglar lo que de otro modo hubiera sido un futuro mejor para su banda. La historia es fresca, engancha, y se agradece que alguien pueda ilustrarnos acerca de lo que bien conoce: el mundo de las bandas de música independientes.
* Por César Anglas Rabines
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