José Güich Rodríguez, escritor y profesor: Los hermanos Grimm rescatan la cultura popular

Las historias de la Europa medieval fueron salvadas para la literatura infantil gracias al trabajo de los hermanos Jacob y Wilhelm Grimm.

Diario expreso - José Güich Rodríguez, escritor y profesor: Los hermanos Grimm rescatan la cultura popular

Los hermanos Grimm, Jacob Grimm y Wilhelm Grimm, fueron eruditos, filólogos, mitólogos, investigadores culturales, lexicógrafos y escritores alemanes que coleccionaron y publicaron juntos folclore y libros durante el siglo XIX.

Evocando un mundo mágico, pero también de dureza y gran pobreza, los hermanos Grimm rescatan historias populares que hoy son considerados cuentos infantiles, pero que en el fondo tienen un tono oscuro, que ha ido cambiando con el pasar generacional. De esta manera, nos lleva a analizar la historia de los Grimm.

¿Qué podemos encontrar en las historias de los hermanos Grimm?

Los hermanos Grimm ofrecen una vida muy interesante, ya que hablamos de juristas y filólogos de profunda formación. No era raro encontrar esa filiación humanística integral a fines del siglo XVIII y a inicios del XIX, luego de la Ilustración.  Estos dos personajes realizan una compilación o antología de cuentos populares. La intención era, bajo el influjo del Romanticismo, indagar por un pasado en el cual se sondearán las huellas de una identidad germánica. Y fue casi accidental que estos dos jóvenes se animaran a investigar antiguas leyendas: los convocó el gran germanista Savigny. Jacob y Wilhelm Grimm se consagran a buscar historias; conversan con narradoras que las difunden en plazas públicas o en entornos privados y en el estado o versión más pura posible.

¿Los hermanos Grimm recogieron cuentos de terror que luego fueron adaptados a la literatura infantil?

Decir “cuentos de terror” quizás no alcance a describir el trabajo de estos personajes ni la naturaleza de los relatos; si bien es cierto que hay tonos macabros, quienes crearon los cuentos de manera oral o los transmitieron de una generación a otra no tenían esa intención explícita. Existen algunos componentes de horror o de humor macabro, porque eso era parte del gusto del gran público y de su imaginario en la Europa medieval. Por otro lado, hay que recordar que muchos de los cuentos reunidos por los hermanos Grimm circulaban en formato escrito desde el siglo XVII, gracias al francés Charles Perrault, con sus Cuentos de Mamá Oca. Estas narraciones, por lo tanto, figuraban en otros volúmenes, igualmente resultado de compilaciones y a los que se había añadido otros elementos.

¿Cuál es el mérito de los hermanos Grimm?

Lo que efectúan los Grimm es notable: liberan los cuentos de las capas más idealizadas o estilizadas y buscan transmitir la forma más cruda y primitiva, sin adornos, tal como se contaron en la Edad Media. Y ocurrió algo muy curioso. Ellos estaban en realidad interesados en lo genérico, la cultura popular y no en la literatura infantil. Sin embargo, al efectuar estos viajes y conversar con narradoras orales supieron de otras versiones de los cuentos, muy afines a una sensibilidad propia de los niños y su atracción por relatos con ciertos perfiles: entretenimiento y propensión al susto. Estas narradoras, en buena parte, procedían de una burguesía rural educada. Su más famosa informante fue de cultura francesa, una hugonote (es decir, protestante). Aquella señora fue su mejor contribuyente. Se llamó Dorothea Viehmann.

¿Cómo influye la religión o creencias populares en los hermanos Grimm?

Sin esos aspectos no podrían entenderse los cuentos, ya que tienen vínculos fuertes con tales creencias. Hablamos de épocas con costumbres, rituales y supersticiones en sociedades altamente jerarquizadas. Las primeras capas de los cuentos parecen haber sido creadas por personas anónimas que vivieron bajo un sistema feudal rígido. Estos manejaban referencias fantásticas de amplio dominio que incluían brujas, ogros y una gran variedad de seres sobrenaturales. El público de los cuentistas era iletrado, es decir, no leía ni escribía. Pero oía con sapiencia. Ese es un rasgo que suma mucho a las narraciones: la sabiduría del pueblo llano que sufre condiciones duras de subsistencia, como la hambruna, pestes, impuestos y abusos de todo orden. Los cuentos funcionan como válvulas de escape en un mundo atribulado.

¿Los hermanos Grimm quisieron escribir cuentos para niños?

No en principio. Notaron que había varios niños como protagonistas e intuyeron cierto espíritu de entorno hogareño donde se contaron las historias. Los Grimm son más investigadores que escritores. Intentan que los cuentos fluyan con la mayor naturalidad posible para no perder así el sabor oral de los relatos originales.  No existía, cuando surgieron, una educación para las grandes masas. De algún modo, estos relatos eran pedagógicos: dejaban lecciones, además de capturar la imaginación. En cuentos como “Hansel y Gretel”, una madre abandona a sus hijos en el bosque, porque no tenía que darles de comer; en su segunda versión, al ser conscientes de quienes los leían, los Grimm ponen en su lugar a una madrastra.

¿Cuál es el aporte cultural de los hermanos Grimm?

Es un aporte inmenso. Su investigación filológica otorga gran importancia a la cultura popular europea y la revitaliza, en Alemania especialmente, y así nos legaron un conjunto de historias de eterna relevancia. Y acercaron a los niños a la literatura.

¿Por qué investigación filológica?

Porque eran estudiosos de los textos literarios, tomando en cuenta su contexto formativo. Hay dos formas de entender la filología: una es la crítica textual que, con una serie de instrumentales teóricos, libera a las obras de errores de transmisión y fija una versión definitiva con la eliminación de las variantes que han contaminado los textos. Eso, en la órbita de lo escrito. En cuento a lo oral, los Grimm transcribieron las historias estudiando el ámbito original de los discursos para así devolverles el sentido con el que nacieron y del modo más fidedigno posible. Ese es el trabajo del filólogo.

Hay rasgos que habitan en el imaginario popular, que es sensible y gusta del horror y espanto. En aquellas épocas se creía en brujas y en seres que no eran del todo humanos o no lo eran. Convivían con lo real. No resulta extraña la oscuridad que los impregna.

Por Vladimir Rendón Acat

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