La agenda Soros para desestabilizar el Perú
¿Cómo entender que la izquierda y los grandes magnates del mundo tengan una agenda común?
El lunes 23 de noviembre hemos sido testigos de una razia en la Policía Nacional del Perú en cuya entidad se ha encumbrado a un amigo del Gobierno y han mandado al retiro a 18 generales que estaban por encima del escogido en el escalafón de méritos. Claro que es un atentado contra la institucionalidad de dicha entidad y del Estado porque viola el DL 1267, Ley de la Policía Nacional, como ya se ha aclarado en el debate nacional.
Al mejor estilo del pasado alanista, humalista y pepekausa, se descabeza a promociones enteras violando el derecho de igualdad ante la ley, al trabajo y a las legítimas expectativas de los oficiales purgados, cuyos derechos estaban resguardados nada menos que por una norma firmada por el mismo Pedro Pablo Kuczynski para evitar descabezamientos como el que había protagonizado su ministro del Interior, Carlos Basombrío, en 2016.
La democracia peruana está entonces en peligro, según expertos. Y es que asistimos al deterioro de la convivencia porque se desvirtúan los consensos mínimos para el funcionamiento de las instituciones, más si hay toda una corriente nacional y mundial que marcha hacia la degradación y el enfrentamiento, con la amenaza de someter todo tipo de diferencias en el Perú al sentir de la violencia callejera de la llamada “generación equivocada” o los tiktokers.
Todo esto con el apoyo de la concentración mediática encabezada por los canales de televisión y los diarios que fueron el sostén del gobierno del expresidente Martín Vizcarra y, en la actualidad, se mantiene en la misma posición respecto del gobierno transitorio del presidente Francisco Sagasti.
Estamos ante una realidad en que la gran prensa ha renunciado a su papel de informador imparcial y ha dado forma a un solo coro que repite las mismas noticias, en el mismo orden, con el mismo enfoque y, lo que es más grave, imponen los mismos silencios y censuras sobre lo que se quiere ocultar, según el académico español Carlos Astiz.
POR: PLINIO ESQUINARILA
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