El vía crucis del pueblo peruano por alza de precios
Por Fidel Quevedo
Habla el pueblo. Amas de casa, tenderos, taxistas, mototaxistas, vendedores ambulantes, lustrabotas; la población mayoritaria a fin de cuentas, aquella que Pedro Castillo dice representar, si pudiera gritar al unísono, a una sola voz, un reclamo atronador remecería al país: «¡Presidente, la plata no alcanza para comer!».
Otro lamento que también podría gritar sería «¡El gobierno es un desastre!», en plena Semana Santa -para el mundo católico-, cuando los peruanos vienen atravesando un auténtico vía crucis con el alza de precios de los alimentos, los combustibles, la delincuencia, el ruido político y la incertidumbre en general, los ciudadanos empiezan a sentir dolor, impotencia e indignación.
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Así como Cristo padeció desde que fue tomado prisionero, hasta su ascenso al monte Calvario, donde fue crucificado, muerto y luego sepultado, tal es –casi- la misma dimensión de la tragedia que atraviesan los hogares más deprimidos del país y que, acaso, guardan también la esperanza de una resurrección (con un nuevo gobierno, por supuesto), que los libre del suplicio del hambre.
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