La agonía de Martín Vizcarra en Palacio
Por Plinio Esquinarila
A inicios de septiembre de 2019 el entonces presidente Martín Vizcarra estaba en lo más alto de su popularidad. Alegre, retozón, sacaba la cabeza desde su despacho en Palacio e imitaba la voz de Alberto Fujimori cuando cerró el Congreso: “Disolver, disolver”.
Las damas palaciegas Karem Roca, su asistente, Mirian Morales, secretaria general del Despacho Presidencial, y su entorno lo festejaban a mandíbula batiente. Por entonces ya se le veía por allí al hueleguiso Daniel Salaverry. Hasta que el zarpazo contra el Parlamento llegó el 30 de septiembre.
Esto y mucho más se puede leer en el libro “El niño de las figuritas” en que Richard Gallango relata, sobre la base de audios y recuerdos de la señora Roca, la vida y milagros de Vizcarra en la política peruana(*). Es lo que veremos en este relato estando cerca el 9 de noviembre en que se cumple un año de la destitución del moqueguano.
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La única ministra que deploró con rabia y lágrimas aquel golpe al Legislativo –aplaudido en las calles- fue Paola Bustamante, del Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social. “¿Por qué se hizo eso?… ¿Por qué se hizo eso?”, reclamaba a las cortesanas antes citadas, contrastando con la algarabía que se vivía en los pasillos de la casa de Pizarro.
Claro que hubo otras voces en el difunto gabinete Del Solar que se opusieron, pero no con la fuerza de Bustamante. Nos referimos al propio Salvador del Solar, así como a Néstor Popolizio (Relaciones Exteriores) y, en menor medida, pero en plan de dos caras, Carlos Morán, del Interior.
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