Perú y un futuro sin esperanza: delincuencia pone en jaque crecimiento económico de 2025
El impacto directo de la inseguridad llevó al Banco Mundial a reducir su estimado de un 2.6% a un 2.5% para el próximo año.

Perú y un futuro sin esperanza: delincuencia pone en jaque crecimiento económico de 2025.
En los últimos años, el Perú ha enfrentado una creciente ola de inseguridad ciudadana y una marcada inestabilidad política. Ambos fenómenos están afectando no solo la calidad de vida de los peruanos, sino también el desempeño económico del país, minando las perspectivas de crecimiento y el desarrollo sostenible.
Justamente, la inseguridad ciudadana se ha convertido en una de las principales preocupaciones de los peruanos. Según el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), existe un incremento de hasta 50 % en la incidencia de secuestros y extorsiones en el primer semestre del 2024.
El miedo a ser víctima de la delincuencia está impactando las actividades económicas cotidianas. Comercios, especialmente pequeños negocios, han reducido sus horarios de atención para evitar ser blanco de la delincuencia, afectando sus ingresos.
A nivel macroeconómico, la incertidumbre generada por la criminalidad disuade la inversión extranjera directa, ya que las empresas prefieren evitar entornos percibidos como riesgosos.
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Además, las empresas están destinando parte de su presupuesto a medidas de seguridad adicionales, tales como vigilancia privada, seguros y tecnologías de protección, lo que eleva sus costos operativos y reduce su competitividad.
En el sector turístico, el Perú, conocido por su atractivo internacional, está viendo una disminución en la llegada de turistas extranjeros debido a la inseguridad, afectando a regiones que dependen del turismo como Cusco y Arequipa.
Otro obstáculo para el desarrollo es la inestabilidad política en el Perú, marcada por la alta rotación de ministros, la constante confrontación entre el Ejecutivo y el Legislativo, y las recurrentes crisis presidenciales.
Desde la renuncia del expresidente Pedro Pablo Kuczynski en 2018, el Perú ha tenido cinco presidentes en seis años, un claro indicativo de la fragilidad institucional del país.
Esta situación ha generado retrasos en la ejecución de políticas públicas clave para el desarrollo del país. Proyectos de infraestructura, políticas de crecimiento inclusivo y reformas económicas se han visto postergados debido a la falta de estabilidad en el gobierno, afectando directamente el dinamismo de la economía.
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