El dilema de EE.UU.: ¿el petróleo del Orinoco o el pueblo venezolano?

Los corredores energéticos y petrolíferos son claves para mantener la hegemonía norteamericana amenazada por los BRICS, a los que se sumaría el país llanero.


El domingo 28 de julio fue el día de las elecciones en las que Nicolás Maduro se reeligió con fraude en Venezuela, según la oposición. El presidente chavista oficialmente reelecto, ante el dilema de la apabullante campaña internacional contra el presunto fraude, solo exhibía el apoyo de Rusia, China, Irán y Cuba, y el espaldarazo vergonzante de los gobiernos de izquierdas del continente, principalmente de Luis Inacio Lula da Silva (Brasil), Andrés Manuel López Obrador (México) y Gustavo Petro (Colombia).

Vergonzante porque pedían –con tal de ganar tiempo–, que primero el gobierno llanero debiera entregar la actas electorales y solo de esa forma ellos emitirían una opinión final.

En esa encrucijada difícil e incómoda para Maduro, de seguro que sus asesores, sobre todo cubanos, deben haberle aconsejado que eche manos al tema del petróleo, tan sensible para Estados Unidos y el mundo.

De forma que a los cinco días de las justas electorales, es decir el viernes 2 de agosto, ante periodistas Maduro declaró que podría conceder derechos de explotación de petróleo y gas a los países de los BRICS, en especial a Rusia y China, se supone.

“Si esta gente de allá, del norte, y sus asociados en el mundo, cometen el error de su vida, entonces, esos bloques de petróleo y esos bloques de gas [de Venezuela] que ya estaban firmados [con empresas de Estados Unidos y otros países] pasarán a nuestros aliados de los BRICS”, aseveró el venezolano.

Los BRICS son un bloque de economías emergentes integrado inicialmente por Brasil, Rusia, la India, China y Sudáfrica, al que ahora se suman Egipto, Etiopía, Irán, Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos.

Ya el mundo no depende de la élite gobernante en Washington” (…). “Hay otro mundo y ese mundo está abierto con todas sus posibilidades políticas, diplomáticas, culturales, económicas, financieras, comerciales, espirituales. Está abierto a Venezuela”, rebotaba la cadena pro rusa RT en español (3/08/2024).

Hegemonía en peligro

Esta salida había sido prevista por expertos financieros y de hidrocarburos, como el economista venezolano Leonardo Buniak, quien auguraba que aún si Maduro se mantuviera en el poder con malas artes, Estados Unidos y los países de la Comunidad Europea orientarían sus políticas globales en función de intereses no solo económicos sino geopolíticos expresados, por ejemplo, en las guerras en la región asiática.

Buniak se refería especialmente al factor de la seguridad y hegemonía energética de Estados Unidos perturbada por la obstrucción de los principales corredores energéticos donde se encuentran las más grandes reservas de crudo del mundo.

De seguro se refería en primer lugar al Golfo Pérsico, donde, según los últimos cálculos, se ubican más 871 mil millones de reservas de petróleo, con naciones árabes encabezadas por Arabia Saudita (258 mil millones), seguido de América Latina, en especial Venezuela, con 331 mil millones de reservas, entre otros lugares menores como África, Rusia, el mar Caspio…

Geopolítica

En un escenario de esta naturaleza, escribe Francisco Olivares, en el portal “El Estímulo” (19/07/2024). “Estados Unidos, que ha dejado de recibir 500 mil barriles diarios de petróleo que antes le compraba a Rusia, ahora está mirando hacia fuentes confiables ubicadas en el hemisferio occidental como Guyana, Surinam y muy particularmente en Venezuela”.

En este mismo informe, anterior a las elecciones, se subraya que con o sin transición democrática en Venezuela, “el petróleo manda y se imponen los intereses geopolíticos”.

Y, en paralelo, Buniak auguraba un crecimiento de la economía llanera desde este año 2024, precisamente en la industria petrolera, ante la flexibilización de los Acuerdos de Barbados mediante los cuales Estados Unidos sancionaba la comercialización del crudo venezolano.

“Buniak estima que este año 2024, independientemente del escenario político, puede haber un crecimiento de 10% del Producto Interno Bruto (PIB). Señala que aunque PDVSA [la petrolera estatal del país que nos ocupa] no ponga un solo dólar de inversión, Venezuela puede obtener ingresos adicionales por petróleo por encima de 8 mil millones de dólares”.

Esto a consecuencia de los factores geopolíticos y de guerras que hoy afectan a los principales corredores energéticos del mundo.

Optimismo

En esta visión optimista del citado economista, “también habrá una mayor producción de petróleo para este año vinculada a las empresas socias de PDVSA en la Faja Petrolífera, especialmente Chevron, que comienzan a producir 150 mil barriles adicionales”.

Llegado a este punto, tal crecimiento de la comercialización por factores de las guerras externas debe ser consecuencia del levantamiento de sanciones de la licencia 44A (modificación de los compromisos de Barbados) contra el país llanero.

“El alivio de sanciones evita la necesidad de acudir a mercados oscuros, donde el país tiene que entregar elevadas comisiones y asumir altos impuestos y descuentos de precios. Buniak estima que estas empresas asociadas pueden ir directamente al mercado que mejor paga y eso podría significar 8 mil millones de dólares adicionales a los 13 mil millones que ingresaron en 2013 por venta petrolera”.

Dicho de otra forma, este año la economía venezolana “podría cerrar con 21 mil millones de dólares en ingresos petroleros y una producción cercana a los 950 mil barriles diarios, exportando 800 mil barriles por día”.

Cualquier analista medianamente informado se preguntará, incluso con esta visión demasiado optimista, si Maduro y el aparato chavista que basa su poder en las Fuerzas Armadas, van a soltar este dineral, estando la agenda geopolítica mundial contaminado por el oro negro.

Visión realista

Otra es la visión del investigador Ignacio Urbasos Arbeloa, del Real Instituto Elcano, de España quien no observa una flexibilización positiva de la renovación de la licencia 44 a la nueva disposición 44A de los compromisos de Barbados, que liberaliza las sanciones contra Venezuela en el negocio del crudo.

En el artículo “El retorno de la Venezuela petrolera: las expectativas frente a la cruda realidad”, en el portal del dicha institución (23/05/2024), da cuenta que ante el incumplimiento sistemático de los citados acuerdos de Barbados, la Administración Biden ha reinstaurado el régimen de sanciones sobre Venezuela, “aunque con la posibilidad de mitigar significativamente su efecto a través de licencias individuales”.

Señala el autor que los acuerdos en mención pusieron fin al proceso de máxima presión internacional sobre la Venezuela de Nicolás Maduro, esto –hay que subrayarlo– como resultado de las negociaciones exitosas entre el gobierno y la oposición encabezada por María Corina Machado.

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Es en ese escenario que Estados Unidos “decidió en octubre de 2023 levantar por seis meses la mayoría de las sanciones impuestas al sector petrolero venezolano”.

Y ese fin de las restricciones o sanciones, esa suerte amnistía limitada –que dicho sea de paso ya se fue a mejor vida–, “permitió un tímido retorno de las empresas internacionales y generó expectativas de que el sector se recupere tras un colapso sin precedentes”.

Seis meses después, sin embargo, el proceso político iniciado en Barbados se ha agotado ante la intransigencia política del chavismo a permitir unas elecciones libres que posibiliten a los ciudadanos decidir su futuro en democracia.

Dicho de otra forma, el 17 de abril de 2024, Washington anunció que no renovaría la GL44, emitiendo en su lugar una licencia de reemplazo (GL44A) que otorga a las empresas internacionales 45 días para “liquidar” sus negocios y transacciones. “Sin embargo, el Tesoro de EEUU anunció que se estudiaría caso por caso las solicitudes de licencias específicas para continuar operando en Venezuela”,

De forma que “EEUU abre la puerta a levantar las sanciones ad hoc para las compañías internacionales que lo soliciten y justifiquen debidamente. Esto afectaría a las empresas europeas e indias que producen e importan petróleo desde Venezuela, pero no a Chevron, que cuenta con la GL41 autorizando sus operaciones desde 2022”.
En resumen, “el breve periodo de distensión ha demostrado que, independientemente del devenir político de Venezuela, la recuperación de su sector petrolero será difícil”.

Colofón

Es de recordar que apenas conocido los primeros resultados creíbles de las elecciones del 28 de julio, el secretario de Estado de Estados Uinidos, Antony Blinken, desde Tokio declaró que el gobierno de su país tenía “serias preocupaciones de que el resultado anunciado no refleje la voluntad ni los votos del pueblo venezolano”.
Otras naciones siguieron esa postura, como la Argentina de Javier Milei.

Más apenas conocido el viraje de Nicolás Maduro para entregar las grandes reservas de oro negro a los BRICS, tanto Estados Unidos como Argentina bajaron el tono de sus iniciales pronunciamientos.

Estados Unidos tuvo un giro el lunes 5 de agosto. Y es que en vez de recalcar su apoyo a Edmundo González Urrutia en su calidad de presidente electo, aclararon que aún no han hecho una declaración oficial sobre el particular.

El ya citado experto Leonardo Buniak había asegurado que EEUU está viendo a mercados en Latinoamérica como Brasil, Argentina, Guyana y Venezuela, y que no ocurrirá nada después de abril –fecha tope que dio EEUU para “adecuarse” al acuerdo de Barbados– porque necesitan su seguridad energética, por lo que eso quedaría más que en advertencias que en cumplimiento de reimposición de sanciones.

En cambio, el economista Rodrigo Cabezas, docente de la Universidad del Zulia, no es tan optimista al evaluar el futuro económico de Venezuela en manos de Nicolás Maduro. “Agravaría la crisis venezolana. El leve alivio de la economía, producto de las licencias estadounidenses a la producción petrolera y el aumento de las importaciones, se paralizaría. La verdad es que un crecimiento económico sostenible solo es posible con un cambio político que recupere los niveles de inversión necesarios para crecer”. (El País del 19/07/2024).

Solo el tiempo, y en forma rápida, despejará si se impone la geopolítica –como es probable por el asentamiento de Maduro en el poder– o se sigue con la política de traer abajo a la tiranía madurista, tal vez a la espera de que Donald Trump gane las elecciones en el país del norte.

25 años de desplome

En los 25 años en que el partido chavista retiene el poder en Venezuela, Nicolás Maduro ha monitoreado el brutal desplome económico de su país, “como en ningún otro territorio sin guerra, y se ha convertido en la fuente de una de las mayores crisis migratorias del mundo”, señala el New York Times.

Rusia y China en el tablero

El 13 de octubre de 2023, en Moscú, el Centro Internacional de Inversión Productiva (CIIP) de Venezuela, representado por Félix Plasencia, y el director de la Fundación Roscongress de Rusia, Alejandro Stuglev, firmaron un memorándum de entendimiento para “impulsar sectores estratégicos” de la economía de ambas naciones.

De igual forma el 22 de junio de 2024 los presidentes de Venezuela y China firmaron tres acuerdos de cooperación bilateral en asuntos económicos, tecnológicos y de innovación, según se supo en Caracas.

Tres problemas del crudo extrapesado venezolano

No obstante que Venezuela es teóricamente el país con las mayores reservas de petróleo del mundo, este sector afronta un triple problema, señala Ignacio Urbasos Arbeloa.

  1. El crudo del Orinoco es extrapesado por su elevada intensidad de CO2; por lo tanto “tiene un menor atractivo para la inversión de empresas internacionales” y también mayores costes de producción. Contiene elevados niveles de viscosidad (por debajo del grado 10°API) y requiere ser mejorado o mezclado con petróleo más ligero o productos petrolíferos, para ser posteriormente transportado y refinado.
  2. PDVSA, petrolera del Estado de Venezuela, “está deslegitimada y desarticulada operativamente tras más de dos décadas de gestión ineficiente, corrupción y saqueo”.
  3. La infraestructura venezolana “se encuentra en un estado de profundo deterioro, requiriendo inversiones en oleoductos, mejoradores, refino e instalaciones portuarias, que incluso se extiende al sector eléctrico y supone una barrera para la recuperación del sector”.

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