¿A dónde vamos?
¿A dónde vamos?
Por Raúl Diez Canseco Terry
Las crisis en el Perú son dramáticamente cíclicas. A lo largo de la historia republicana hemos tenido buenos y malos momentos económicos, la mayoría de ellos atribuibles no tanto a la economía, sino a la política. Hace un tiempo, mientras el país quedó atrapado en uno de esos hoyos negros, escribí un artículo sobre el impacto que las malas decisiones políticas generan en la economía y, por ende, en la vida de las personas.
Las marchas y contramarchas sobre el cierre de operaciones mineras en Ayacucho es solo un botón de muestra. La minería genera casi el 60% de las exportaciones, el 25% de los ingresos que recauda el Estado y más de 2 millones de puestos de trabajo. Solo este año aportó 12,500 millones de soles en impuestos, con lo que se podría haber construido 40 hospitales debidamente equipados en todo el país.
Tenemos una cartera de inversiones de 56 mil millones de dólares en nuevos proyectos mineros. Todas las agencias internacionales señalan que el precio de los minerales se mantendrá al alza, generando una nueva ola positiva debido al crecimiento sostenido de China, India, Japón y Estados Unidos. Y nosotros, en lugar de aprovechar esa oportunidad, estamos pensando en cierre de operaciones mineras, ¿a dónde vamos?
Por un lado, el Estado busca que las empresas mineras paguen más en impuestos, pero lo que no quiere reconocer es que el problema principal no es cómo recaudar más, sino cómo gestionar mejor los recursos que obtiene. En la última década el Estado ha recaudado cerca de 40 mil millones de soles por impuestos a la minería. De ese monto, las regiones apenas han logrado gastar el 60%. ¿En qué lo hicieron? El 2020, de cada 100 soles por canon, sobrecanon y regalías, gastaron 6 soles en salud, 7 soles en saneamiento y 10 soles en educación. Claramente hay aquí un problema de gestión y calidad del gasto.
En casi seis meses de gobierno no hay un nuevo proyecto de inversión que se pueda mostrar. Todos los que están caminando pertenecen a gobiernos anteriores. Crecemos por inercia, pero no por nueva inversión. En agricultura escuchamos hablar de una segunda reforma agraria, pero no de expansión de la frontera agrícola o de nuevas tecnologías, nuevos mecanismos de asociatividad o financiamiento para incorporar la agricultura familiar a la agroexportación.
Para seguir recuperándose, crecer y dar empleo a los más de 300 mil jóvenes que cada año deben incorporarse a la PEA, el Perú necesita recuperar la confianza de los inversionistas y la ciudadanía, devolver la tranquilidad a los mercados y mantener la estabilidad política y económica.
Cuando un país pierde la esperanza y la confianza, lo primero que cae es la inversión. Y de ella, la primera que se va es la inversión extranjera. Sin inversión no hay trabajo. Sin trabajo hay más pobreza. Esa es la ecuación que todo gobernante debe saber.
En la parte política se escucha hablar de vacancia en medio de un escenario sumamente volátil, pero yo me pregunto si acaso habremos aprendido la lección. En la última elección ganó el antivoto. ¿Seremos esta vez capaces de unirnos y buscar una salida unitaria? El próximo año tenemos nuevamente elecciones. ¿Seguiremos desunidos? Dios proteja al Perú.
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