Algo se pudre en Sedapal

Algo se pudre en Sedapal

Preocupa que los funcionarios de Sedapal responsables del aniego en San Juan de Lurigancho hace más de una semana, sigan buscando culpar a otros para justificar su propia ineptitud.

Preocupa que no reconozcan que los más de 25 mil kilómetros de tubería de agua y desagüe enterradas bajo Lima (12 veces la distancia entre Tumbes y Tacna), carecen de un mantenimiento adecuado que permita detectar fallas que la empresa arrastra por décadas.

Según la norma de mantenimiento norteamericana, por ejemplo, se limpia un 30 % del total de tuberías por año. Según la norma europea, se limpia un 50 % del total de tuberías por año. Según el ministro de Vivienda, Construcción y Saneamiento, las tuberías nuevas no requieren mantenimiento.

Preocupa que nadie se pregunte: ¿por qué desde el 2016 hasta el 13 de enero de 2019 la Gerencia Centro, a la que pertenece San Juan de Lurigancho, no tendría contratado el servicio de mantenimiento? Eso explicaría por qué pidieron de favor arreglar los forados aparecidos frente a la Estación del Metro. ¿Ya preguntaron a las dos empresas de mantenimiento qué sucedió ese fatídico domingo 13 un par de horas antes del aniego que sigue afectando la calidad de vida de 2,000 vecinos?

Preocupa que nadie se pregunte: ¿qué hizo Sedapal entre el 2 y 13 de enero? ¿Por qué no detectaron el problema? ¿Sabrán los funcionarios involucrados que ocultar información agrava el delito de daño al medio ambiente con cárcel efectiva de hasta siete años? Habría sido una falla humana la que provocó el aniego, nos dicen los expertos. No un desastre natural. Tampoco un accidente. Fue la ineficiente gestión de Sedapal la que necesita con urgencia que se declare en emergencia a una empresa que hace agua.

Preocupa que, con una investigación en curso, haya empresas que sigan interviniendo sobre el obsoleto colector primario de La Huayrona, con más de 40 años y sin un mantenimiento adecuado. Ese que los burócratas quieren callar, siendo un secreto a voces que estaría filtrando agua en todo San Juan de Lurigancho.

Preocupa no saber si habrá control simultáneo de los gastos que gobierno central y local harán bajo el estado de emergencia. Preocupa que los peruanos seamos el último ítem de sus prioridades. Que la insensatez y la mentalidad burócrata criminal nos siga pasando factura. Que nos resistamos a reconocer que algo se pudre al interior de Sedapal. Se requiere una empresa con una gestión moderna y verdadero liderazgo.