Bala o ley
Bala o ley
Mañana debe lanzarse la ofensiva roja denominada “La tercera toma de Lima”. Sin duda será un fracaso total y quienes opten por la violencia deben estar seguros de que se les aplicará el sano principio de bala o ley.
Que la tengan clara. No existe derecho a la protesta, eso es un invento izquierdista que todos (hasta la derechita tonta y cobarde) repiten. Lo que la Constitución reconoce es únicamente el derecho a la libre manifestación con la condición sine qua non: que sea pacífica. Así, aquellos que incurran en actos violentos con armas, piedras o actos vandálicos de ataque de la propiedad pública o privada, en justicia deben ser reprimidos con la fuerza de la ley. Y recuérdese que el uso de las armas es privativo tanto de la Policía cuanto de los militares.
Por tanto la grita de los extremistas y de sus organizaciones de fachada legal será inútil. Ni siquiera pueden pedir “proporcionalidad en el uso de la fuerza” porque bajo un régimen de emergencia son los comandos operativos los únicos quienes pueden decidir qué tipo de estrategias desplegar y qué grado de represión aplicar. La autoridad, bien entendida, no puede detenerse ante falacias como la “defensa legítima” de criminales, vándalos y terroristas. De modo que una piedra lanzada con una huaraca bien puede ser legal y legítimamente respondida con un balazo, y no de goma, sino de plomo.
Asimismo, los intentos de bloqueos de carreteras, toma de puertos, aeropuertos y activos críticos son internacionalmente catalogados como actos terroristas, por tanto pueden ser repelidos legalmente a sangre y fuego.
Lima, con casi 13 millones de habitantes, no va a ser tomada. Lo que habrá son actos de insurrección, algarada y violencia selectiva. Sendero estará atentando en algunos puntos del interior y en todo el país la infame mezcla de rojos y caviares (sobre todo los que están perdiendo gollerías y gritan como cerdos en matadero) promoverán disturbios. Desde atrás la batuta principal la moverán Cerrón, Bellido, Bermejo, los del Futep, el Conare y otros quienes se han estado reuniendo en sitios como San Juan de Lurigancho.
Habrá escandalete internacional, la Coordinadora de derechos (in) humanos agitará y, sí, habrá ambiente alterado. Pero tranquilos, esta vez, como las anteriores, la subversión terrorista será un fracaso. Tengan por seguro que el comunismo en el Perú no pasará. Antes que el oprobio comunista, preferible es la paz de los cementerios.
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