Chancay: alfombra roja para China
Chancay: alfombra roja para China
Coincidiendo con la cumbre de APEC en noviembre, el presidente chino Xi Jinping tiene previsto inaugurar el puerto multipropósito de Chancay, a 75 kilómetros de Lima. Este proyecto, con una inversión de 3,600 millones de dólares, es el más estratégico de las infraestructuras de China en América Latina, y Cosco, naviera estatal china, es su principal inversor. El proyecto busca convertir a Chancay en el “hub” logístico del Pacífico sur, reduciendo en 10 días el tiempo de tránsito comercial entre Sudamérica y China, lo cual, según sus promotores, impulsará la economía peruana y generará miles de empleos.
Sin embargo, aunque el proyecto promete beneficios económicos, hay razones para no confiar completamente en sus expectativas. Numerosos proyectos chinos en el mundo han enfrentado problemas y no han cumplido sus objetivos, como la presa Coca Codo Sinclair en Ecuador. Más allá de la inversión y los empleos, preocupa el potencial uso dual de Chancay y su riesgo geopolítico. Aunque se proyecta un uso comercial a corto plazo, la escala de su infraestructura de aguas profundas podría permitir su transformación futura en una base naval, apta para reparaciones y reabastecimiento de buques de guerra chinos. Este posible uso militar es relevante en el contexto de la rivalidad creciente entre China y EE. UU., ambos socios comerciales clave de Perú, con una posible confrontación en el Pacífico.
Chancay es el primer puerto de aguas profundas de América Latina en el que Cosco tendrá control operativo. Dado que la naviera es una empresa estatal china, su independencia es limitada y responde a los intereses de Pekín, con la obligación legal de incluir un comité del Partido Comunista Chino (PCCh) en su estructura y de colaborar con los objetivos de defensa nacional. Además, Cosco ha participado en ejercicios navales con la Armada china y sigue las directrices de Xi Jinping, quien ha instado a las empresas a apoyar los intereses estratégicos de China. China controla actualmente puertos en 64 países, y algunos son de doble uso, con fines tanto comerciales como militares. Chancay podría seguir ese mismo camino.
Ante esta posibilidad, surge una pregunta crítica: ¿tendría el gobierno peruano la voluntad política para negarle a China un uso militar del puerto? La dependencia económica de Perú hacia China es evidente. En 2022, las exportaciones peruanas a China ascendieron a 20,674 millones de dólares. China también lidera el sector minero peruano e invirtió 6,500 millones en adquisiciones eléctricas desde 2020, además de los 3,600 millones destinados al puerto de Chancay.
Un indicio de la influencia de China en Perú se dio en 2021, cuando se le otorgó a Cosco exclusividad en Chancay por 30 años para prestar servicios comerciales, una concesión que, según la prensa, fue otorgada “por error” administrativo, sin respaldo legal. Cosco amenazó con retirarse y acudir al arbitraje internacional si se intentaba anular esta exclusividad. En respuesta, el Congreso peruano modificó la ley para formalizar el acuerdo.
Esta situación es una advertencia para América Latina. Pekín suele explotar las vulnerabilidades institucionales de los países donde invierte para obtener ventajas, pero en muchos casos son los mismos gobiernos y élites locales los que le tienden una “alfombra roja”. Es claro que esta política de complacencia debilita la posición de nuestros países frente a China.
Por Juan Pablo Cardenal
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