Costos ambientales por el fast fashion
Costos ambientales por el fast fashion
El fast fashion o ropa en tendencia por un breve lapso, impulsa la producción masiva de prendas con material de menor calidad y a precios bajos. Por ello, las empresas no esperan al cambio de estación, sino que lanzan las colecciones de ropa en cualquier época del año. Esta moda no solo afecta al medio ambiente, sino que impulsa el trabajo en condiciones precarias, con salarios míseros e incluso explotación laboral infantil.
Esta forma permanente de desear esa ropa provoca contaminación y uso excesivo de recursos naturales. Su impacto representa el 10 % de las emisiones de CO2 en el mundo, además de que al lavarla se desprenden 500 mil toneladas de microplásticos al año en los océanos; y para fabricarlas se usan químicos muy dañinos para la salud que al final se liberan en ríos y lagos.
Según un informe del Banco Mundial, el sector de la moda es clave en el desarrollo de las economías, pues mueve unos US$ 2.4 billones, además de emplear a 75 millones de personas en toda su cadena de valor; por ello, se les alienta a que sean aliados de la acción por el clima y promuevan mejores condiciones para su fuerza laboral.
Por su parte, la Fundación Mac Arthur señaló que menos del 1 % de la ropa usada vuelve a la economía circular, es decir, reciclarlas y hacer nuevas prendas; en tanto que el costo de la ropa que se usa una o pocas veces es de US$ 500,000 millones y termina en la basura o en vertederos como desiertos en Sudamérica.
De allí que la responsabilidad recae en ambos: productor y comprador. Por ello, es importante comprar ropa de calidad. Según investigadores, se calcula que la ropa hecha con fibras sintéticas como el poliéster usa 100 millones de toneladas de petróleo por año y emite tres veces más CO2 que el algodón. Si no hay cambios en el estilo de compra, se prevé que en 10 años se producirá un 47 % más de poliéster.
Cada año, el sector de la moda utiliza 93,000 millones de m3 de agua, que satisficieren las necesidades de consumo de 5 millones de personas, si tan solo se reduciría su compra cuyo modelo es usar y desechar. A ello se incluye que el 20 % de las aguas residuales provienen del teñido y tratamiento de textiles; y si en 10 años el consumo de ropa aumentará de 62 a 102 millones, entonces es hora de elegir bien y consumir de manera responsable, lo cual es el deber de cada persona con el planeta.
Un etiquetado que explique lo que compramos o un impuesto alto a las fibras sintéticas que dañan el ambiente y contribuyen más a la generación de los microplásticos, puede ser un inicio para que el cliente elija con responsabilidad y pensando en su futuro.
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