Crimen en la Playa de la Luz
Crimen en la Playa de la Luz
Hace quince años –“que pueden ser en la memoria un instante”- la niña Madeleine McCann fue secuestrada y casi con seguridad asesinada en el balneario Playa de la Luz, en Algarve, Portugal. Su caso fue portada de todos los medios del mundo durante semanas y sobre él se tejieron las más increíbles hipótesis, no llegándose a ninguna conclusión. Sin embargo hace relativamente muy poco, las policías británica, portuguesa y alemana anunciaron que contaban con un nuevo sospechoso, un alemán que vivió en Algarve entre 1995 y 2007 y sobre cuya participación en el crimen tienen pruebas irrefutables. No hay demasiada prisa -alegan- porque Christian Brueckner purga prisión en la ciudad alemana de Kiel luego de ser extraditado de Italia por un delito de tráfico de drogas. El crimen por el que está actualmente preso es violación de una norteamericana de 70 años. También es investigado por otra violación, la de una mujer irlandesa en Algarve en 2004. El caso Madeleine está siendo visto en el tribunal alemán regional de Braunschweig.
Los padres de Madeleine -Kate y Gerry McCann- fueron considerados sospechosos formales de su desaparición y algunos medios internacionales los sindicaron como los más probables culpables. Puede parecer extraño y hasta increíble, pero las estadísticas en cada país y en el mundo confirman que, en esta clase de casos, en el entorno familiar está muy a menudo el culpable. Lo patético de esta historia es que los padres fueron durante años víctimas y no victimarios y debieron batallar en los tribunales y en la opinión pública para demostrar la verdad que, ahora, parece estar saliendo por fin a flote.
Los pedófilos viven en las profundidades más hondas de la inmundicia humana. Más abajo, sólo pueden estar las ascuas del infierno. Pero la pedofilia es uno de los crímenes en expansión en el mundo. Lo más abyecto queriendo desaparecer lo más inocente. La marea más negra queriendo cubrir las más frescas espumas de la playa de la luz.
La niña Madeleine está muerta, pero así como ella hay miles y miles de niñas que sufren el proxenetismo, la trata, la explotación laboral y sexual y, finalmente, la muerte. Por ellas, por sus pasos en todas las playas del universo, las iluminadas y las sombrías, las de este y los otros continentes, debemos… no sé qué debemos hacer, tal vez sólo preguntarnos, tal vez rezar los que rezan, tal vez informarnos de las dimensiones de la lacra que las acecha, tal vez opinar, escribir, difundir… es que todo eso es tan poco y el mal es tan grande…
Todos hemos sido niños alguna vez pero pocos lo recuerdan, se lee en la dedicatoria de un libro perdurable. Recordémoslo ahora en memoria de la niñita que fue Madeleine McCann y que no pudo serlo más por culpa de un desgraciado.
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