Por supuesto que no es producto de la casualidad el hecho de que Estados Unidos de América decidió incautar el avión del dictador venezolano, Nicolás Maduro, una vez que el aparato, habiendo partido desde República Dominicana, fue a parar hasta Fort Lauderdale, en Florida. Valorizado en cerca de 13 millones de dólares, tal como ha sido referido por los medios internacionales, la causa formal de la referida medida ha sido el incumplimiento de reglas preestablecidas asociadas a las sanciones que pesan sobre Maduro y que habrían sido violadas una vez adquirido. Creería que la Casa Blanca le manda mensajes al dictador y no estoy seguro de que Maduro las comprenda en su real dimensión, por lo menos no en lo inmediato. Para Washington no es posible dejar pasar el tiempo aceptando la majadera imposición de Maduro, que se burla de todos, valiéndose de la fuerza y la represión, y para que se superponga en el país un statu quo político y social a su antojo, pues el mundo sabe muy bien que en el país llanero se produjo un inobjetable fraude electoral y que el silencio exógeno solo contribuirá a que el régimen termine imponiéndose, tal como lo ha previsto el propio Maduro desde que tiró al suelo el Acuerdo de Barbados, que fue el más creíble de los procesos de los últimos años para allanar el camino del retorno a la democracia. No creo que el propósito del gobierno de Joe Biden sea únicamente la referida incautación del avión de Maduro por las referidas irregularidades. Si acaso eso es lo que está creyendo Maduro, pues creo concluir que se equivoca. El poder sancionador de Estados Unidos es su arma letal en el siglo XXI y por eso disuade permanentemente. Lo hace con Rusia y con Irán a los que, no es un secreto, económicamente les va muy mal. La suerte del régimen podría seguir así y con medidas más radicales y no se necesita mucho esfuerzo deductivo para creerlo. La moral política estadounidense no puede ser soslayada por el régimen de Maduro y esa es la primera actitud que se desprende de la incautación. Cualquier medida en adición que pudiera decidir Washington impactará en el régimen, y a Maduro, individualmente, por supuesto. La medida adoptada para con el avión de Maduro, entonces, sería solo una muestra de las decisiones que podría emprender la Casa Blanca contra el régimen dictatorial, que incluye a la cúpula militar y a los altos funcionarios del gobierno que todavía siguen secundando al autor del mayor fraude político contemporáneo de nuestra región y, seguramente, del mundo.

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