Cultura y Senado
Cultura y Senado
Almond entiende la cultura política como un tema colectivo y no hay autor que la reclame como atributo del buen político. Conviene, ahora que el Perú se aproxima hacia un Senado, asumirla como la virtud para comprender el funcionamiento de la alta política, postulando con su saber expansivo en el debate general de la nación.
De nada sirve un Senado mal compuesto, mediocre, ruidoso, porque su naturaleza supera la idea de representación. Al senador no le basta tener 45 años, que da igual si tuviera 60, aunque la edad importe y no deba relativizarse con la exigencia de una experiencia parlamentaria previa; importa qué se espera de un senador: la dignidad del comportamiento público y privado, un alto nivel cultural, una visión plena del mundo y comprender el todo tanto como el día a día.
Observando todos los congresos peruanos y viajando atrás y reparando en lo que hay, es difícil imaginar una reedición del Senado con símiles de José Gálvez, Ramiro Prialé, Alberto Ulloa, Luis Alberto Sánchez, Felipe Osterling, Mario Polar, Enrique Bernales y luego Javier Valle Riestra, Juan Incháustegui, Miguel Cruchaga, Rafael Belaunde y otros. Y aunque varios más recientes han sido mis maestros por trabajo o acceso a ellos, todos con una gran cultura política y una mirada siempre más allá, con referentes de historia, filosofía, lógica y análisis, derecho y más.
El Senado debe ser ilustrado, reflexivo, estandarte de la dignidad parlamentaria. Suena elitista, pero el origen de esta cámara lo es porque requiere serlo y porque poco tolerable sería que su composición se contamine con personajes que lo conviertan en mercadillo, ruido, ignorancia e insensatez.
Para ser senador no se debe exigir posgrados, pues nada garantiza que una maestría esconda a un personaje mal dado a las luces requeridas para tan alto cargo. Castillo y otros tienen maestría…Tampoco un notable social está llamado al Senado, pues ser notable no es necesariamente tener el mérito. Hacer buenas relaciones públicas no hace a un senador.
De cada partido dependerá que el Senado esté a la altura, recordando el origen etimológico (senex o senecto), a la vista del imperativo de equilibrar la marcha de la república romana con la virtud de la cultura política. Los senadores fueron en un inicio los prudentes consultores de los monarcas por su buen juicio y su cultura.
¿Están preparados los partidos peruanos para mejorar hasta tan alto nivel su oferta política?
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