¡Dame, que te doy! Parte I

¡Dame, que te doy! Parte I

Reitero mi compromiso moral con los Peruanos de Bien, despertar a los adormecidos, hablar las cosas por su nombre, no endiosar al dianche, renunciar a ser cómplice silente. Si eres testigo fortuito ante el despilfarro y desfalco al erario nacional, ¡DENÚNCIALO!
Los gobiernos del pasado y el presente tienen coincidencias, se hermanan entre sí, sacan ventajas de la distracción ciudadana, las situaciones cambalacheras y las caóticas son su mejor aliado en la cochinada, la tajadita, el diezmo “dame que te doy”, buscando siempre la sinrazón para expedir decretos supremos, suscribir contratos amañados o declarar “estados de emergencia”. Pareciera cíclico en estos tiempos como en anteriores: entuertos, barahúnda, confrontaciones, cinismo. Por esas razones urge no mirar atrás, y conozcan lo que muchos ocultan y que esta columnista fuerte, clara y sin anestesia lo dirá. ¡Sin herir susceptibilidades! Nuestra historia política, clubes electoreros y politiqueros de ancha base en las próximas elecciones están PROSCRITOS; ni el salvavidas los SALVA.
El Primer Gobierno de Fernando Belaunde Terry se vio envuelto en un escándalo mayúsculo de contrabando en los que se hallaban comprometidos funcionarios del gobierno, empresarios, ministros, un diputado y altos jefes de las FFAA y la PNP que se beneficiaron. La Comisión Investigadora del Parlamento, presidida por el valiente y corajudo diputado aprista Héctor Vargas Haya, a quien no le tembló la mano para plasmar en un libro –ncautado, expropiado sin orden judicial y prohibido su lectura– “El Contrabando”, reveló la magnitud del contrabando y la corrupción de altos cargos civiles y militares.
La estocada final fue el cuarteto: corrupción, traición a la patria, misterio y escándalo provocado por la compañía transnacional estadounidense International Petroleum Company (IPC), quienes por décadas explotaron los yacimientos petrolíferos de La Brea y Pariñas, negándose a pagar el monto total de los impuestos a los que estaban obligados según las leyes peruanas. El factor detonante y de gran estallido fue la “Página Once”. El recordado ingeniero Carlos Loret de Mola, presidente de la Empresa Petrolera Fiscal (EPF) y autor del voluminoso libro con nombre polémico, renunció y denunció que, de manera deliberada, se extravió una página en el contrato que fijaba las condiciones de compra-venta del petróleo crudo entre la EPF y la IPC. El propósito: “ocultar el precio irrisorio” por debajo del mercado, siendo IPC beneficiada por el Estado. Dirán los “LOVERLAMPINIS”, rasgándose las vestiduras, que es una inventiva. Sin embargo, la historia otorga más detalles al respecto. El papel utilizado, “sello sexto” (recuerdo haber visto en el PJ cuando realizaba mis pininos), tenía características especiales. La declaración de Fernando Espinoza, gerente de IPC, corrobora la versión de Loret de Mola; ambos pusieron anotaciones de puño y letra en dicha página. Y para toda historia valiente, se requiere la presencia de una mujer que le pone la cereza al pastel: Raquel Osoc Hleap de Schneider, secretaria ejecutiva, tipeó las páginas en cuestión. Quienes suscribieron el Acta de Talara fueron FBT-Acción Popular; Carlos M. Cox-Senado Apra; y Andrés Townsend Ezcurra-Diputado Apra, junto con los altos funcionarios de la IPC.
FBT no es la excepción: contaba con dos hombres de su más alta confianza: Manuel Ulloa Elías, Ministro de Hacienda (ahora MEF), y PPK, gerente del BCR. Tenía como lema: ¡EL GOBIERNO NO SE ACAPARA, SE COMPARTE!
¡Al que le caiga el guante, que se lo chante! ¡El que se pica, pierde!
He dicho.

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