Los que tuvimos la oportunidad y el privilegio de estudiar en los colegios públicos, hasta antes del año 2000, reconocemos que recibimos una educación de buena calidad. El conocimiento adquirido nos dio la posibilidad de competir profesionalmente, en igualdad de condiciones, con los alumnos que fueron educados en los mejores colegios privados.

La educación ha sido, es y seguirá siendo el pilar en el que se deberían sustentar las propuestas de quienes aspiren a gobernar nuestro país. Sin duda es la mejor opción para poder ofrecerles un mejor futuro a millones de niños y jóvenes peruanos.

Lamentablemente, hace unos días el Congreso aprobó por insistencia la ley que promueve el ingreso a la carrera pública magisterial, a través de una prueba excepcional, de profesores que, sin tener título, fueron nombrados interinamente. Más de 14000 docentes tuvieron que ser cesados en el 2014, la mayoría de ellos por no presentarse a dar el examen de evaluación docente o haber sido desaprobados.

Esta ley atenta contra la meritocracia en la carrera magisterial y se convierte en una amenaza al derecho de nuestros estudiantes de recibir una educación pública de calidad. Aprobar esta ley ha sido una zancadilla al sector educación que ya cojeaba. Un concurso público de méritos permite evaluar objetivamente, los conocimientos y competencias de los postulantes, para seleccionar a los mejores maestros que asumirán la responsabilidad de educar y formar a nuestros niños y adolescentes.

Lamentablemente los gobernantes, en las últimas dos décadas, no le han dado al sector educación la importancia que se merece y no han sido capaces de comprometerse en diseñar, aprobar y respetar la ejecución de un plan que se mantenga en el tiempo, al margen de qué partido gobierne y de quién sea el ministro de Educación.
El reto es enorme. Somos conscientes que esto no se puede solucionar en cinco años, pero tenemos que lograr consensos entre las fuerzas políticas representadas en el Ejecutivo y el Legislativo para llevar adelante un plan que permita nivelar la calidad de la educación pública.

Debemos enfocarnos en fortalecer de inmediato los cuatro ejes principales. Comenzando por revalorar al maestro, remunerando mejor a quien mejor enseña. Propongámonos revisar e impulsar los contenidos educativos. Trabajemos para disminuir la brecha existente en infraestructura y equipamiento de escuelas que permita atender en cantidad y calidad la creciente demanda por recibir educación pública gratuita. Impulsemos la digitalización de los contenidos educativos para compartirlo en módulos educativos que permitan que la educación llegue a los lugares más alejados.

EL CAMINO MÁS CORTO HACIA LA EQUIDAD ES LA EDUCACIÓN. Si recuperáramos la calidad de la educación pública, disminuiríamos la enorme brecha existente y haríamos posible que más peruanos podamos competir en igualdad de condiciones.

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