Petroperú y la Nueva Refinería Talara (NRT) cumplen una década de incesante trajín mediático. Se inicia con la aprobación del contrato para su construcción en el primer semestre del 2014, respaldado por la Ley 30130, promulgada en diciembre del 2013. A la firma del contrato, se propagandizó que la norma legal permitía la venta del 49% del accionariado, pero no se reparó si la billonaria inversión podía ser recuperada.
En el primer trimestre del 2017, se afirmó que no había forma de modificar el contrato de construcción porque sería oneroso, no existe documento que sustente la afirmación. Se hizo un aumento de capital por 325 millones de dólares (MMUS$) y una autorización de endeudamiento hasta por 3,000 MMUS$. Hechos inadvertidos.
En junio de 2017 se emitieron 2,000 MMUS$ de bonos del endeudamiento autorizado. La noticia fue el éxito de la colocación, la demanda fue de 5 veces la oferta, ni un reparo sobre cómo se pagaría. Los compradores repetían: “el Estado no abandonará a su empresa”.
En noviembre de 2018, se recibió un desembolso de 1,300 MMUS$ de un crédito sindicado avalado por una agencia estatal española, y en febrero del 2021 se emitieron 1,000 MMUS$ en bonos. Nuevamente, hechos inadvertidos.
Hasta allí todo era felicidad para prestamistas y prestatarios. La narrativa era que con el margen de refinación de la NRT se pagaría toda la deuda, afirmación falaz.
A partir del 2022 vinieron los problemas y el apoyo estatal entre aumento de capital y líneas de crédito ascendió a 3,682 MMUS$, entre mayo de 2022 y febrero de 2024. La narrativa del margen de la NRT se repitió como un mantra. Las clarinadas de alerta empezaron a sonar.
Desde febrero del 2024 una segunda narrativa fue difundida, la llegada de un administrador privado, PMO le llaman. No se dijo que el administrador no aporta fondos y que el Estado como propietario tendrá que ponerlos o tomar deuda. Tampoco se mencionó cómo se seleccionaría a este gestor.
Finalmente, el actual directorio confrontó a la Junta General de Accionistas con el lema: “si no nos hacen caso se van a la quiebra”. Titular para los diarios, pero sin explicar lo que van a hacer. Palacio reacciona echando a los vocingleros y llamando a los estatistas que supuestamente sabrán qué hacer. El drama continúa.

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