Declaren duelo nacional por la muerte de Pedro Suárez-Vértiz
Declaren duelo nacional por la muerte de Pedro Suárez-Vértiz
La muerte de Pedro Suárez-Vértiz ha enlutado a los peruanos y a sus fans en el exterior, al reconocer su indiscutible genio musical vuelto aporte a la conciencia e imaginario nacionales, considerando el extraordinario valor de su arte y la forma tan especial como fue por él transmitida al país –aunada a sus toneladas de intrínseco carisma–, en una etapa realmente compleja de nuestra vida nacional, circunscrita entre el final de la aciaga época violentada por el terrorismo y la grave crisis económica que se impusieron durante toda la década de los años ochenta y los primeros de los noventa, y la diáspora peruana por dicha crisis que produjo nuestra mayor oleada migratoria, que ha llegado a la fecha a más de 3.5 millones de compatriotas en los 5 continentes. Pedro, interpretó a través del pop y del rock, como nadie, el sentir nacional, psicológicamente sediento de pacificación, pero también de una sociedad nacional dominada por la nostalgia colectiva por dejar la tierra que los vio nacer debido a la referida grave crisis económica que nos agobió. Habiendo superado tan cruenta etapa de nuestra historia nacional reciente, el legado de Pedro aflora cada vez más visible, atenuando por medio de su música, la explosión social ante una cantada fractura que sectores anarquistas y marxistas querían sembrar, principalmente en nuestra juventud y que jamás pudieron porque a pesar de la adversidad, nunca tuvieron apoyo en los diversos sectores de la sociedad nacional, principalmente en la juventud que Pedro con su música capitalizó, llamando luego con su propia música al retorno y a no desligarse de la Patria, haciendo suyo cada llanto de los peruanos por hallarse lejos de la tierra amada.
Esto es lo que debemos valorar en este genio de la música y por estas razones, apenas conocido su deceso, he solicitado públicamente que el Gobierno del Perú, pudiera declarar Duelo Nacional por su fallecimiento. Hay quienes creen erradamente que la declaración de duelo nacional sólo debe darse para aquellos que han trascendido en el país pero con el exigido requisito de haber llegado a la longevidad, es decir, donde el reconocimiento del aporte relevante está subordinado al largo tiempo de vida transcurrido. Pedro, a los ojos de quienes sólo miran las formas –era un rockero usualmente vestido con la casualidad dominante en un artista de su perfil, y que, además, contaba solo 54 años al momento de su muerte–, no “calificaría” para que el país le tribute el duelo que muchos pedimos. Al cierre de esta columna, sé muy poco de sus exequias. Su féretro debería estar dominando en una capilla ardiente en la sede central del ministerio de Cultura. No olvidemos que fue un artista que vivió y se mostró humilde por donde se lo mirara, siendo un ejemplo de perseverancia y de disciplina para nuestras juventudes, características no precisamente acostumbradas a identificarlas –también es un error– en un rockero. Rompamos los estereotipos de lo que pueda concebirse como tradicionalmente meritorio dominado por la forma. Galardonado dentro y fuera del país, llenando escenarios por doquier y con discos de oro y de platino conseguidos con creces, Pedro fue una personalidad y un referente indiscutible del Perú reciente y como pasa en otros casos, por su muerte, recién empezamos a reconocer y a valorar su enorme legado.
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