Delincuencia extranjera y el Perú a la deriva
Delincuencia extranjera y el Perú a la deriva
Es una completa vergüenza nacional que los más de 33 millones de peruanos seamos intimidados por grupos de delincuentes extranjeros que llegaron a nuestro país confundidos entre los cerca de dos millones de migrantes que, en cambio, lo hicieron por diversas causales internas en sus países en los últimos años. Ninguno de los gobiernos del Perú en el último lustro y medio –es el lapso en que se ha mostrado ostensible la migración extranjera, principalmente venezolana–, ha sido capaz de ponerle coto con autoridad y sin caer en la xenofobia que siempre debemos condenar. Las fórmulas planteadas durante las campañas electorales han sido una completa mentira solamente con la idea de alcanzar el poder, ilusionando a la gente que hasta ahora no puede dar la vuelta a la página y salir de la frustración en que viven. ¿Por qué tanta incapacidad para tomar decisiones? ¿Por qué nuestros gobernantes se muestran tan desconectados de la realidad? El video que sigue corriendo por las redes mostrando a delincuentes con evidente acento extranjero y armados hasta los dientes solamente refleja la absoluta debilidad del Estado y eso sí es peligroso. En esta columna y en otras he alzado la voz para que decidamos la política de expulsiones y/o deportaciones de los delincuentes sin contemplaciones pues no podemos generalizar la acción represiva hacia todos los migrantes, una actitud propia de los regímenes totalitarios. La política nacional migratoria, que es el asunto de fondo –Migraciones hace su trabajo y desde mi perspectiva no es malo–, debe circunscribir una acción decidida por parte de los actores coercitivos y coactivos del Estado peruano, y me estoy refiriendo al rol de la Policía Nacional del Perú, cuya trabajo se da por descontado, y al de las Fuerzas Armadas, que hace rato deberían salir a las calles para no solamente crear la sensación de autoridad, sino efectivizarla, que es lo que la gente asume que no existe en el país, y eso es mucho peor en términos de seguridad nacional.
Aquí se mueren de miedo para tomar decisiones y no entiendo, entonces, para que tienen poder, aquel que la población les ha dado. Todo lo que se viene haciendo en otros ámbitos –por cierto valioso y esforzado–, de nuestra política nacional o internacional –como lograr nuestro ingreso en la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCED), o apuntar con optimismo en conseguir la exención de visa para que el ingreso de los peruanos en los Estados Unidos de América– será visto por sus autoridades como una pura pantomima de los políticos peruanos, concentrados en su sobrevivencia política hasta el 2026 antes que en una actitud de hombres y mujeres de Estado. Seguimos a la deriva y eso es lo más grave para nuestro destino como Estado nación, porque no hay carácter o mejor dicho, hay mucha cobardía política entre los que deberían asumir un rol activo para con nuestro destino nacional inmediato porque teniendo poder, son percibidos completamente desconectados del país y no se dan cuenta que están creando las condiciones para que el extremismo gane adictos, y otra vez los de siempre, a menudo los que se encuentran en el espacio del confort, le echen la culpa a los izquierdistas o comunistas o a los ultraderechistas o conservadores. Desde la academia, que es nuestro lugar de siempre, exigimos un giro radical para salvar a la Patria de la anarquía que ya está en nuestras narices.
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