Desinformación totalitaria

Desinformación totalitaria

Desde que el banquero Paul Warburg (1868-1932), miembro de la primera junta de la Reserva Federal norteamericana dijo en el Senado de los Estados Unidos: “Tendremos un gobierno mundial, le guste o no. La única pregunta es si ese gobierno se logrará mediante conquista o por consentimiento”, el mundo ha sido sometido por sus reales gobernantes detrás de los gobiernos a un plan de sujeción a ese gobierno bajo lo que han denominado un Nuevo Orden Mundial.

Un Nuevo Orden Mundial basado en un totalitarismo político y económico, cuya base de dominación es cultural y religiosa y ha utilizado a los medios, el cine, la televisión, la prensa, como herramientas de imposición de una doctrina religiosa anticristiana disimulada en “nuevos conceptos” de derechos humanos bajo falsos objetivos de igualdad e inclusión social.

Lo que parece una guerra de dominación económica es en realidad una guerra religiosa de imposición del mal como doctrina y de la perversión de la vida humana como falsos presupuestos de libertad e igualdad.

El presente griego del uso gratuito de las redes sociales ha sido su principal instrumento, pues si no estás en ellas: no existes, preparando el terreno para desaparecer opositores en el momento en que sea necesario, como ahora, en que necesitan silenciar las voces que alertan a los pueblos sobre los peligros de las vacunas genocidas y aportan soluciones médicas eficaces para no depender de éstas.

Un mundo desinformado con falsedades y tergiversación de la verdad por campañas basadas en mentiras, difamaciones, descrédito de las voces disidentes, y que atiborran a los pueblos con el pensamiento que deben tener según la dictadura totalitaria que controla el poder en cada país al servicio del gobierno mundial.

Echar de un grupo de una red social a cualquiera porque no piensa como el administrador hasta desaparecerlo de la red, como lo han hecho Facebook y Twitter con el presidente Trump, evidencian que estamos viviendo bajo una dictadura global donde la mayoría está asumiendo actitudes totalitarias como normales, y donde lo que menos importa son los derechos humanos y la dignidad del hombre.

El lavado cerebral de décadas les ha funcionado, pues los más ilustrados niegan la existencia de este plan ejecutándose en sus narices, y lo que es peor es que son serviles a su ejecución y estén expectantes por vacunarse para convertirse en un código QR del Estado totalitario mundial.