Después del 23 de febrero, ¿qué?

Después del 23 de febrero, ¿qué?

Los sucesos del 23 de febrero en la frontera colombo-venezolana confirmaron lo que ya sabíamos. El régimen de Maduro/Diosdado no vaciló en disparar contra sus compatriotas y de paso incendiar los camiones que ingresaban al territorio venezolano con alimentos y medicinas. Venezuela soporta un gobierno ilegítimo que se mantiene por la fuerza asesina unida a la más refinada crueldad. Cuando esos hechos ocurrían en la frontera con Colombia y Brasil, Maduro y su esposa bailaban frenéticamente música salsera en una manifestación en Caracas, brindando un espectáculo lamentable. Tiranía de la peor calaña. Hasta ahí las lamentaciones y la secuela de odio que va dejando en su interminable camino del terror.

En estas circunstancias el Presidente (e) Juan Guaidó, según lo señalan muchos observadores, ha demostrado al mundo con hechos incontrovertibles y muertes lamentables, la criminal naturaleza de un gobierno que se aferra al poder por variadas razones, una de ellas seguir medrando y la otra evitar un fin parecido al de Gadaffi. Pero desgraciadamente eso no altera el equilibrio de fuerzas dentro del territorio venezolano. Es cierto que se han producido importantes deserciones individuales en el aparato de seguridad, mas no de la magnitud colectiva requerida para cambiar el régimen. Maduro aún se mantiene en el poder y se burla del mundo libre, probablemente con la sonrisa aprobatoria del castrismo y la mirada preocupada de los líderes Rusia y China.

El ingreso de la ayuda humanitaria a Venezuela debió servir como catalizador para precipitar un desenlace democrático. No fue así. Quizás en los próximos días podrá serlo, pero debe haber un factor adicional que lo haga posible. Las sanciones diplomáticas a los principales personajes de la estructura tiránica de Venezuela ayudan, pero son insuficientes. La ley de amnistía a los mandos militares para escoger entre la dictadura y la Constitución, puede servir de incentivo importante para que dejen librados a su suerte a la dupla Maduro/Diosdado y su entorno. Sin embargo, aún no ha generado masivas deserciones. En un discurso divulgado por redes, la vicepresidenta de Venezuela tuvo el descaro de afirmar que lo hecho por la tiranía el 23 de febrero “solo es un pedacito así de lo que estamos dispuesto a hacer”. Y peor aún señaló con sus dedos el tremendo pedacito. Descarnada amenaza de genocidio sobre el pueblo venezolano que debe enfrentarse mediante una intervención continental humanitaria.