Dina Boluarte en su laberinto

Dina Boluarte en su laberinto

La presidenta Dina Bolusrte sigue desvariando –vergonzosa y peligrosamente– cada vez que se le ocurre improvisar –inclusive leer– algún mensaje que le haya brotado de las narices, probablemente alucinando que de esta manera captará la atención de una ciudadanía que, según sendas encuestas, solamente un 9.8% de la gente la acepta como jefe de Estado. En verdad, Dina Boluarte reparte palos de ciego cada vez que se le ocurre dirigirse a la sociedad, respaldada por esa supina ignorancia suya en cuestiones relacionadas al Estado; a lo que significa gobernar una nación; y/o a lo que implica administrarle la vida y salud a una población conformada por mas de 33 millones de seres humanos, como es la peruana. De modo que partimos del hecho de que, cada vez que abre la boca la presidente Dina Boluarte, no solo mete la pata, sino amplía su distancia de la ciudadanía porque, sencillamente, no la toma en cuenta y queda en un completo ridículo improvisando sobre asuntos tan banales como mal presentados –y peor sustentados– por su completo desconocimiento de la realidad política, de la Constitución, la estructura política del Estado, las relaciones entre los tres poderes constitucionales y demás órganos públicos, etc. ¡Materias en las cuales Dina Boluarte es neófita! Sin que aquello sea ofensivo sino meramente descriptivo de la realidad.

Resulta desagradable, ocioso y cansino –aunque, lamentablemente indispensable– llamarle la atención a la presidenta cada vez que –apelando a cierto mohín con risa altanera– quebranta límites interviniendo tanto inconstitucional como ilegítimamente para dirigirse a Juan Pueblo, hablando piedras. Por ejemplo, en su reciente versión de profetisa escuchamos a una Dina Boluarte “equiparando” a los tres poderes del Estado (Legislativo, Ejecutivo, Judicial, por si acaso) con la JNJ (Junta Nacional de Justicia), una simple entidad creada por el poder Legislativo; como lo son la Fiscalía de la Nación o la Superintendencia Tributaria, etc. Órganos públicos sujetos tanto a fiscalización así como a la modificación de sus estatutos por el poder Legislativo. Basta ya de necedades lanzadas irresponsable, temerariamente nada menos que por la presidenta de la Nación; puyas dirigidas –obviamente– a exacerbar el ánimo popular contra el Congreso de la República, primer poder del Estado conformado por 130 representantes de la ciudadanía, que deciden el destino de la patria con el voto mayoritario de sus integrantes.
Estas son las consecuencias de colocar a semianalfabetos en la presidencia de la República. Ni la JNJ es un poder del Estado ni la Jefe de Estado puede escaparse de las funciones que en, forma muy precisa, le asigna la Constitución. Tampoco la mandataria puede inmiscuirse en las funciones del poder Legislativo ni del Judicial, Este último imparte Justicia en nombre del Estado. El Legislativo legisla, organiza y/o supervisa a la Fiscalía, JNJ, Sunat, JNE, empresas públicas, etc. Incluso bastará que el Congreso acoja una iniciativa constitucional, la estudie, resuelva y finalmente la promulgue –con las firmas de los presidentes del Legislativo y Ejecutivo– para enmendar hasta la mismísima Carta Magna. Lea un poco más, presidenta Boluarte. ¡Le hace demasiada falta!

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