Dina, el todo y la nada

Dina, el todo y la nada

El larguísimo mensaje de Boluarte ha tenido la virtud de devolvernos a la rutina republicana del reencuentro pacífico y alturado del jefe de Estado con el Parlamento; pero la interminable lista de promesas desfinanciadas nos recuerda que por regla general la entrada del infierno está empedrada de buenas intenciones.

Veamos las cosas sin mezquindades. Es histórico que tengamos por primera vez a una presidente y que su cargo constituya esa correcta sucesión constitucional que la UE acaba de reconocer hidalga aunque tardíamente. Además es gratificante saber que en este momento la subversión terrorista está con el pie en el cuello, mientras poco a poco se derrumba la república caviar que se instauró en el 2000. Y reencontrarnos con las FF.AA., la PNP y las organizaciones civiles pacíficas en el Gran Desfile patrio devuelve el ánimo de seguir construyendo una gran nación.

Sin embargo seamos realistas. Muy poco de la lista de lavandería de Dina es realizable. Los pedidos de delegación legislativa son tan excesivos como las elefantiásicas propuestas de crear una autoridad autónoma de infraestructura y hacer una industria petroquímica en el sur. Es muy polémica la creación de un nuevo cuerpo policial y resulta un tiro al aire volver a apostar por la reconstrucción con gobiernos regionales que deberían reducirse. Incomprensiblemente no ha habido una apuesta por la minería y tampoco incentivos reales para atraer la inversión extranjera y ampliar la base tributaria. Sobre la prevención ante los fenómenos climáticos tengo dudas porque solo se ofrecen gastos, pero no hay intención de reducir el Estado megalómano que despilfarra las reservas y nos endeuda justo cuando entramos en recesión económica. En cuanto al separatismo de Puno, solo el vergonzante silencio, con una Cancillería perezosa e ineficiente.

Cuatro horas de discurso son mucho y casi nada. Igual que el absurdo de pedir perdón por las muertes que causaron los terroristas en la violencia de inicios de año. El aplomo que va adquiriendo Dina no le basta para renunciar a la dictadura de una CIDH frente a la cual vuelve a bajar idiotamente la cabeza.

En fin, comenzamos un período incierto. Con un gobierno izquierdoso, infiltrado por corruptos, vizcarristas, perulibristas y cobardes ya veremos si la frustración nacional nos devuelve a tensiones mayores. Y con un Congreso dominado por el acuerdo aberrante de la izquierda filoterrorista con un sector de la derecha renace la pregunta: ¿llegará en pie el régimen al 2026?

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