Diplomacia: primera línea de defensa nacional

Diplomacia: primera línea de defensa nacional

La política exterior, en una concepción clásica, es la representación de los intereses permanentes de un país, así como la extensión de la política interna, llevada más allá de las fronteras nacionales. En un sentido práctico, constituye la primera línea de la defensa nacional.

El Ministerio de Relaciones Exteriores, más aún en circunstancias de crisis política, está actuando con gran profesionalismo. El Servicio Diplomático, liderado por la canciller Ana Cecilia Gervasi, realiza su labor en la defensa de la imagen del Perú –y su prestigio- en diversos escenarios internacionales. Para recordar solo un ejemplo: en la reciente reunión de países de la región en la Celac, la embajadora Gervasi ha defendido con brillo la posición del Perú rechazando falsas imputaciones y aclarando expresiones erróneas de algunos jefes de Estado latinoamericanos. Así como frenando intentos de intromisión en asuntos internos del Perú. Es más, el Perú sigue hoy una vigorosa línea de presencia en todos los escenarios internacionales. Lo evidenció la misma ministra de Relaciones Exteriores con su viaje a Washington.

En un mundo moderno la política exterior puede orientar asimismo algunos aspectos de la política interna, cuando estas favorecen a tendencias vigentes en la comunidad internacional, como son la defensa de la democracia y valores universales. Es pues, una avenida de doble vía. En el Perú cuando hablamos de Estado de Derecho, nos referirnos comúnmente a la mera aplicación de la ley, olvidando que esta es solo una herramienta interna de cada país, a veces imperfecta. Se debe ir más allá, señalando como meta la justicia, en razón de que es un bien universalmente entendido. Nos referimos a Democracia, para avalar elecciones, dejando de lado que los escrutinios son acaso una instancia para lograr lo fundamental, que es la libertad. Por esa valoración internacional esta columna, que suscribo, se denomina Diplomacia para la Libertad.

Coincido con la congresista Adriana Tudela, quien afirma que la izquierda está ganando una suerte de batalla cultural, al haber podido acaparar mayores espacios de atención. Debemos incentivar a los intelectuales peruanos a plantear argumentos o recrear historias que ayuden a comprender el valor de la democracia. No hay tiempo que perder. En el mismo Congreso, en que actúa con éxito la mencionada parlamentaria con igual destreza que Patricia Chirinos, se encuentra desde hace meses en su Fondo Editorial, sin publicar, una novela histórica con el título de Diplomacia por la Libertad, que narra cómo el Perú le ganó a Cuba de Fidel Castro una batalla por la libertad.

Recordamos ahí a los peruanos que han contribuido a que en otros países se gane espacios de libertad. Lo hicieron los hermanos Prado en la lucha por la independencia en Cuba, y lo volvieron a realizar los diplomáticos peruanos que en 1980 acogieron en nuestra embajada en La Habana más de diez mil cubanos que buscaban la libertad. Y lograron la salida de Cuba de ciento veinte mil disidentes del régimen comunista.

La promoción de realizaciones positivas, como también lo fue en su momento la lucha contra el Apartheid en Sudáfrica, debe ser parte de nuestra Política Exterior, lo que facilita dar respuestas a imputaciones como la falsa narrativa de un conflicto racial en nuestro país. Podemos -debemos- evidenciar logros concretos y aportes a la democracia, los Derechos Humanos y las libertades fundamentales, en la comunidad internacional.