¿Donald o Kamala?

¿Donald o Kamala?

Acabo de leer en algún medio que la candidata demócrata a la presidencia de los Estados Unidos, Kamala Harris, está invirtiendo mucho dinero en publicidad en idioma español para atraer a los votantes hispánicos en dicho país. Me pregunto si Donald Trump hará lo mismo. En el caso de que así fuera, no tendría el mismo resultado, porque el expresidente y actual candidato republicano Donald Trump se ha referido, y continúa refiriéndose, de forma no solo despectiva, sino hasta insultante, a los votantes hispánicos, que constituyen la segunda minoría electoral de los Estados Unidos.
Cuando Trump critica a su rival, la vicepresidenta Kamala Harris, por lo que considera su pésimo trabajo como “zar antiinmigración ilegal”, proveniente de la frontera con México en el río Grande, sostiene que esos inmigrantes ilegales les quitan el trabajo a los negros y a los hispanos. Al decirlo, implícitamente admite que los negros e hispanos solo acceden a los peores trabajos, es decir, aquellos que el resto de la sociedad no quiere realizar. Esa visión de los negros e hispánicos no creo que desaparezca rápidamente en el imaginario electoral de los Estados Unidos, al menos en lo que resta de la campaña presidencial.
Como recordamos, hace un par de meses, Donald Trump fue objeto de un atentado contra su vida, del que resultó ileso milagrosamente, y quien le disparó fue muerto al producirse el intento de magnicidio. La imagen de Trump salió muy robustecida del incidente, con la mano en alto y el puño cerrado, diciendo que se debía pelear hasta el final. Mientras tanto, el presidente Joe Biden parecía casi desahuciado como candidato por su pésima intervención en el debate presidencial, más por la debilidad de su imagen que por lo que dijo al refutar las afirmaciones de Trump.
Tal situación provocó una suerte de rebelión interna en el partido Demócrata y, como consecuencia de la misma, Joe Biden se vio obligado a renunciar a su candidatura para ser reemplazado por la vicepresidenta Kamala Harris, quien rápidamente le dio un nuevo vigor a su campaña, ganándole por puntos a Donald Trump en el debate entre ambos candidatos. Ahora acaba de publicarse en los medios que Donald Trump habría sido objeto de un nuevo atentado contra su vida por un desconocido merodeador, mientras él jugaba golf en uno de sus clubs cercanos a su casa en la Florida. Sinceramente, me llama la atención que se produzcan dos atentados contra su vida con tan poca diferencia de tiempo.
Es cierto que los presidentes de los Estados Unidos, actuales y pretéritos, constituyen un blanco preferido para personas desquiciadas que desean pasar al basurero de la historia realizando un magnicidio. ¿Será ese el caso del segundo atentado contra la vida de Trump? No lo sabemos en este momento, excepto que estamos viendo un oportuno intento de asesinarlo en momentos en que Trump atraviesa un mal momento en las encuestas. Mientras tanto, Trump se arrodilla pidiendo la ayuda de Dios en una imagen que circula por todas partes, y Kamala Harris, por su parte, declara que se alegra de que el intento no tuviera éxito. No obstante, algunos activistas republicanos pretenden vincular al expresidente Barack Obama con ese atentado. Barata maniobra que deja el desagradable sabor de un engaño para suscitar simpatías desesperadas cuando parece que la campaña le va mal a Donald Trump.

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