El camino hacia la ruptura de las relaciones diplomáticas
El camino hacia la ruptura de las relaciones diplomáticas
Sin alarmismos es mi deber informar de que, ante impactada relación bilateral del Perú con Colombia, México y Honduras, cuyos presidentes consideran que se produjo un golpe de Estado contra el exmandatario Pedro Castillo, y de que la señora Dina Boluarte, actual jefa de Estado por sucesión constitucional, es una usurpadora del cargo presidencial, pues estamos entrando en un tramo muy complicado que podría conducir a la ruptura de las relaciones diplomáticas con dichos países.
Se trata de una posibilidad jurídico-política abordada en la doctrina del derecho diplomático y prevista en el artículo 45° de la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas de 1961. Pero ¿cómo se llega al rompimiento de relaciones diplomáticas? Veamos el camino.
Cuando se producen roces relevantes entre Estados, una circunstancia posible o inevitable, los gobiernos de los Estados concernidos suelen actuar conforme los usos y costumbres de las relaciones diplomáticas cultivadas desde la Paz de Westfalia en 1648 que empoderó a las embajadas.
Así, una primera actitud del gobierno central del Estado afectado es convocar al embajador del Estado acreditado para expresar extrañeza, malestar, o para transmitir la protesta por alguna situación específica generadora de la incomodidad.
Ante otro hecho sucesivo y de mayor intensidad, el Estado receptor resuelve llamar en consulta a su embajador acreditado en el otro Estado. Lo hicimos en su momento con nuestros jefes de Misión en Bogotá, México, D.F., y Tegucigalpa.
De persistir la aspereza política inexorablemente hacia su agudización, entonces, se opta por el retiro temporal del embajador acreditado y, finalmente, de volverse la inconducta del otro Estado insostenible y reprochable, se decide el retiro definitivo del embajador, quedando la embajada formalmente con un encargado de negocios, y en ese estado de la relación diplomática nos hallamos en estos momentos.
El mayor riesgo es que hallándose enfriada termine congelada, que es lo mismo que rota, pues ante la recurrencia de la ofensa al Estado o a su mandatario que personifica a la Nación, el gobierno afectado deberá salvaguardar la dignidad nacional procediendo al rompimiento diplomático con el otro Estado, y quedándose ambos países en una vinculación exclusivamente consular, es decir, administrativa, como la de Bolivia con Chile.
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