El debate argentino entre Javier Milei y Sergio Massa
El debate argentino entre Javier Milei y Sergio Massa
El debate presidencial del último domingo en Argentina lo ganó, sin discusión, Sergio Massa, el candidato de la continuidad del desastre económico argentino de los últimos años. Contrario sensu, Javier Milei, el ultraliberal que, sin duda, ha sabido capitalizar el ostensible desencanto de sus compatriotas, con propuestas insospechadas, expectantes, pero también dominadas por el misterio, lo perdió. Este resultado objetivo no significa que el actual ministro de economía ganará las elecciones del próximo domingo 19 de noviembre, pero tampoco vamos a desconocer que lo ha colocado en mejor posición para conseguir la victoria. Pero ¿cómo se explica que el responsable político de la economía de Argentina, primero, haya pasado a la segunda vuelta, y segundo, se halle muy cerca de convertirse en presidente de su país? Lo diré una vez más: en esta etapa de la campaña electoral la valoración del candidato por la ciudadanía ya no es relevante por las propuestas sino por el candidato mismo, es decir, sus virtudes y defectos, sus gestos, su tono en el mensaje, la propiedad en que es expuesta la idea central, etc. La mejor estrategia para conseguir dominar el debate correspondió a Massa que terminó acorralando todo el tiempo a Milei, dedicado a responder cada pregunta que le hacía el oficialista, quedándole poco tiempo o nada para relucir sus planteamientos. Massa hizo dos cosas al mismo tiempo.
Todo el tiempo fue mayéutico, es decir, formulando preguntas a Milei, sometido al interrogatorio social nacional del que no pudo salir con la solvencia que se le vio en otros espacios, y lo más sensible en el imaginario nacional de los argentinos, soltó el tema de las Islas Malvinas, que yace inscrito en su ratio como Estado nación como parte de la soberanía nacional, dejando entrever que Milei era como una suerte de oveja perdida en este tema porque la habría relativizado o, a un país católico, recordarle que el papa Francisco, el primer pontífice americano y argentino de la historia de la Iglesia, fue calificado por Milei de maligno. Si el debate hubiese sido dos días antes de la elección, podría asegurar que Massa ganaba la elección. A Milei le quedan algunos muy pocos días para recurrir a recursos estratégicos en el lenguaje de la campaña, que en ningún caso deberá ser la amenaza o la sierra eléctrica para desequilibrar la balanza a su favor. Está claro que Massa no es el candidato ninguneado que creyó la derecha argentina por el desgaste del gobierno de Alberto Fernández y del kirchnerismo en general, pero también es el responsable de que el país no haya encontrado la luz al final del túnel que saque a Argentina del dificilísimo lugar económico en que se encuentra, casi como habiendo llegado a su techo, pero así es la política. Veremos qué novedades hallamos hasta el domingo, mientras tanto mi análisis sobre las elecciones en este país hermano, sigue en desarrollo.
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