El delicado discernimiento moral

El delicado discernimiento moral

Una línea muy fina separa el entendimiento de las cosas entre el bien y el mal, entre lo justo y lo injusto, lo verdadero y lo falso, lo digno y lo indigno, y sólo una conciencia entrenada en escoger siempre lo que está de lado del Bien, puede no equivocarse con la observación superficial de las circunstancias, especialmente cuando éstas son confusas y pareciera que están de un lado y del otro.
Saber cuándo una persona miente, cuándo exagera, cuándo oculta la verdad sin decir mentiras, y cuándo encubre abiertamente lo falso, lo indigno y lo injusto, es también una práctica ético moral que se aprende con el ejercicio de buscar siempre lo bueno, noble, verdadero, justo y digno.
Es entonces cuando más allá de las campañas de mentiras y montajes de impresionismo periodístico, un ciudadano común puede darse cuenta que le están mintiendo, y que quienes le mienten sirven a intereses que son ajenos a su bienestar y al de la nación.
No se requiere saber Derecho ni entender de procedimientos electorales, el corazón le dice al ciudadano bueno cuando le están diciendo la verdad o la mentira.
Cuando una nación ha estado tanto tiempo sometida a un periodismo de alquiler al gobierno de turno, que le han mentido para encubrir los actos de corrupción gubernamental, el delicado tejido de la moral social está roto y la sociedad enferma, sin capacidad de discernir la mentira de la verdad, siendo manipulable por los intereses que anidan detrás de las cámaras, micrófonos e imprentas.
Los mismos periodistas han sido llevados a confundir su rol de informar con la verdad por la manipulación de su permanencia en un medio de prensa, lo que ha envilecido la preciosa misión de ser adalides de la verdad, especialmente cuando la mentira abate a sus naciones.
El silenciamiento de los recientes vladiaudios, videos de su ejecución y de otros más que revelan un fraude al revés del denunciado, no hace sino denunciar a gritos la crisis moral de la nación, y la oscura perspectiva con congresistas electos conspirando un golpe de Estado.
Saquemos del rescoldo de nuestra conciencia el sentido de bien de las cosas, es en el único lugar donde encontraremos la fuerza moral para impedir la imposición de agendas totalitarias, porque no es del temor, de la mentira, del fraude y de la violencia política, de donde forjaremos la libertad y la Democracia de nuestra nación.

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