El fenómeno «El Niño» amenaza a la vida internacional

El fenómeno «El Niño» amenaza a la vida internacional

El fenómeno El Niño, definido como un evento de origen climático por el cual se produce un calentamiento del océano Pacífico y que tiene su origen en la zona ecuatorial sudamericana, ha generado alertas y alarmas de la comunidad internacional por sus consecuencias de impacto y que van desde inundaciones hasta sequías en diversas partes del mundo, previéndose para este año pérdidas de alrededor de 3.4 billones de dólares.

Los optimistas consideran que, debido a la aparición de La Niña, un fenómeno exactamente contrario al Niño, pues produce un enfriamiento de las aguas y la atmósfera, la humanidad, entonces, debía exonerarse del problema creyéndolo como un asunto circunstancial, cuando en realidad se trata de un evento que va a tener un fuerte impacto en el desarrollo de la vida internacional.

El famoso Acuerdo de París sobre cambio climático de diciembre de 2015 -aprobado abrumadoramente por todos los países miembros de las Naciones Unidas-, acordó que no más de 1.5 grados sería la temperatura a la que debían llegar los Estados firmantes; sin embargo, ya sabemos que los Estados, principalmente los poderosos, no hacen caso a las preocupaciones de la mayoría de los pueblos, sin saber ni importarles que los científicos han previsto que, en unos 15 años, pasará de ser una temperatura periódica a convertirse en una permanente.

Los diversos fenómenos de la naturaleza que se producen en distintas partes del mundo impactan sin cuestionamiento en los planeamientos gubernamentales y en el normal desarrollo de la vida social nacional e internacional. Se ha calculado que, para este siglo, próximo a completar su primer cuarto de transcurrido, las pérdidas lleguen a los 84 billones de dólares. Está claro que los gobiernos y las empresas no se preparan conscientemente para afrontar los estragos de El Niño que este año parece venir con mucha furia, afectando a la infraestructura urbana y rural en diversas partes del mundo y rompiendo el desarrollo de la normalidad económica.

Los Estados para atenuarlo o mitigarlo deben contar con dos cosas: una auténtica política de prevención que siempre ayudará a neutralizar o atenuar el impacto del suceso natural, y luego, la activación de un gabinete de crisis -que sigue siendo despreciado por las autoridades-, para actuar de manera coordinada y eficaz frente a esta realidad climática, alterada en gran parte por la acción humana. Está demostrado que, en la medida en que estos dos pilares de la contingencia en la vida de relación humana funcionen cabalmente, las afectaciones en vidas humanas y en mermas patrimoniales será siempre menor.

Las civilizaciones polinesias, de esquimales y nómades se vieron retardadas en su desarrollo por los desafíos físicos-climáticos que no pudieron enfrentar. Por estas razones cuando el desastre climático arremete imponiéndose con su ira devastadora, la respuesta del Estado debe ser priorizarlo, debiendo dedicarse ad hoc en la tarea de controlarlo. El día caluroso y muy alumbrado de ayer domingo en pleno invierno ya está avisando. Nada de acciones reactivas.

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