El médico es el que medita con tu mente, no el que medica
El médico es el que medita con tu mente, no el que medica
Se me viene a la mente la idea del médico. Aquí lo del médico es un adjetivo, y todo sabemos que el adjetivo es una cualidad que traspasa la esencia o si se quiere la substancia de todo aquello que olemos, sentimos, miramos, tocamos y escuchamos. Visto así el médico, es decir, la académica personalidad que se encarga de la sanación de otra persona es el mismo médico que busca la estabilidad de su ser, pues ambos determinan un estado binario que, sin proponérselos, se personifican en uno.
Dicho de otro modo, el médico se obliga –obligación entendida como moral, más sumada a la ética– con el único acto de su meditación traspasar su medicina no como propiedad suya; sino trasladar o llevar su lado de meditador al lado de su Otro Yo, que espera de él lo que todo mal pasivo exige. Esta exigencia no suena de manera alguna, a una acción de irreverencia; más bien a respeto y pundonor por ambos. El Acto no es la circunstancia del Facultativo, es en demasía el acto de su Facultad Humana.
Traspasar es un verbo, aunque ustedes piensen, imaginen u opinen todo lo contrario, basta la (ar) que en nanosegundos nos abren “los ojos mentales” para darnos cuenta que no es un verboide. Su naturaleza nos advierte, amén que es un acto hormonal de traslación, de transportar, que también implica mecánica. Y, por ende, habilidad motriz.
Ahora bien; dónde se halla, se preguntarán mis amables lectores, la Metafísica. Está precisamente en el lugar de su peculiar exigente voluntad, hecho, situación o estado que carecen de la solidez de las cosas o entes físicos. Por ejemplo: el dinero, el papel, el lapicero, el sello, el plumón, el tampón, los objetos instrumentales conocidos como herramientas tecnológicas; y, sin tener en cuenta el triaje como ser individual sin objeto. El triaje no debe ser el espanto sino la espera del Canto del Alma que se Recoge.
La metafísica no busca aquí lo físico de las personas con respecto a sus materiales. Se transporta como quien dice “lléveme a este lugar” que por lógica sutil, leve –y de hoja con mariposa, por no decir apodíctica– encierra una acción, un ser y un sitial: tres aspectos, por no decir, pétreos, que concluyen ya no en una combinación binaria, sino terciaria. En efecto, una trinidad que por Misterio metafísico del lenguaje resultan ser Camino, Luz y Vida.
Tres aspectos que la gran mayoría, con el respeto solidario que se merecen los médicos o los que estudian medicina no comprenden o se encubren como la cutícula del Óvulo tan especial de una Excluyente careta que pese a no ser vista ni mirada; sí, marca hondamente el Sentir de los Enfermos que no es otra cosa que el Sentimiento del Desamparo oprobioso. Amparo nos incita a tener o requerir de un Sostén, no tanto de una buena Marca, sino de una Simple Arca sin Leprosos del Alma y, sobre todo, sin inundación de Llantos. Continuará…
Por Noé Lara
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