El retorno de Alejandro, que no es el Magno
El retorno de Alejandro, que no es el Magno
Nada menos que sesenta días se ha tomado el gobierno (10/9/24-7/11/24) para nombrar al nuevo directorio de Petroperú, designando como presidente a Alejandro Narváez, quien regresa “Veinte años después” (cual mosquetero), luego de un breve paso por Petroamérica (cadena de grifos del toledista Dante Matos). Tendrá que emular la hazaña de su tocayo en la batalla de Gaugamela para revertir el inminente colapso de la empresa que, recientemente, ha sido beneficiada con un nuevo salvataje estatal, esta vez de US$ 4,000 millones (DU13-13/9/24).
En las últimas dos décadas ha corrido mucha agua (o mejor dicho, petróleo) bajo el puente. Si bien la gestión del 2003 (que llamaremos Narváez1), que tuvo como gerente general al “Panadero” Díaz, obtuvo exiguas utilidades (US$ 3.6 millones), actualmente enfrenta una hemorragia de pérdidas y un desplome en las ventas (-12%) que no se detiene. En el período enero-septiembre de 2024: US$ 745.4 millones (US$ -1,064 millones en 2023).
No obstante, lo más grave es que Petroperú, que abastecía la mitad del mercado nacional de combustibles (2017), ahora no representa ni la cuarta parte (24%). Por ejemplo, en la etapa de Narváez1 (2003), cuando el Perú consumía 138 mil barriles diarios (MBD), Petroperú despachaba 69 MBD. Ahora, en el inicio de la etapa de Narváez2 (2024), solo vende 65 MBD para cubrir una demanda nacional que se ha duplicado hasta situarse en 272 MBD. Dicho de otra manera, mientras la producción de la petrolera estatal se ha quedado congelada en el tiempo, el consumo en el Perú se ha duplicado.
En los Estados Financieros tratan de disculparse: “… debido a la competencia agresiva… altos costos de importación, etc.”, pero no mencionan que la Nueva Refinería de Talara (NRT) estuvo parada por negligencia y ahora, en su mejor rendimiento, alcanza solo el 70% de su capacidad.
La dupla Ollanta Humala-Humberto Campodónico inició el incendio financiero, porque, en lugar de limitarse a modernizar la Refinería de Talara (2014), optó por la construcción de una “nueva” (NRT), a cargo de la voraz contratista española Técnicas Reunidas, que terminó multiplicando el presupuesto inicial con la complacencia de los presidentes de turno de la petrolera. Ahora, pese a que se cancelan anualmente US$ 400 millones de intereses, Petroperú se ahoga en deudas que ascienden a US$ 5,500 millones: US$ 3,000 millones en petrobonos, US$ 939 millones al CESCE (España-Bienes de Capital), US$ 981 millones de capital de trabajo, US$ 611 millones de préstamo de accionistas, entre otros.
Como cereza del pastel, nos hemos resignado a consumir la gasolina más cara de la región, gracias a que el gobierno de Francisco Sagasti cambió la metodología para calcular los “precios de referencia de los combustibles” (RD 244-MINEM-12/1/21), de manera que, “inflándolos”, Petroperú pueda afrontar la abultada deuda de la NRT. Ilusos o convenidos. Al otro lado de la medalla, los competidores: AVA, Repsol, Primax, Terpel y Valero, que venden a precios iguales o ligeramente menores que Petroperú, hacen su agosto.
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