El sombrero desnudo

El sombrero desnudo

En las entrevistas periodísticas lo valioso son las respuestas de los personajes abordados. Pues bien, en la conversación con dos editores peruanos, Pedro Castillo solito se ha desenmascarado y, como en el viejo cuento de Hans Christian Andersen, se ha puesto en el papel del Rey Desnudo.

Con sus respuestas necias (al margen de eventual edición para ser inteligibles) el “prossor” se alucina mesías; pretende hablar a nombre del pueblo peruano y de un futuro socialista diferente, pero al mismo tiempo admite que no estaba preparado para ser presidente.

Entonces, con justificado celo, debemos reflexionar primero que no hay corrupción mayor que aceptar un cargo público para el que no se está calificado porque toda impostación es una estafa. Y segundo, si el señor acepta no estar preparado entonces ¿acaso los peruanos somos ratones de laboratorio con quienes están experimentando para aprender cómo gobernar?

Por otra parte Castillo insiste en su posición nefasta de convocar a una Asamblea Constituyente, pese a que ya el Congreso ha ratificado que un cambio de esa magnitud no es posible vía referéndum sin pasar primero por el Parlamento. Pero lo preocupante no es solo eso, sino que el del sombrero desliza la idea de que aquí podría pasar lo que en Chile, es decir que las turbas exijan un cambio radical.

A esa posición confrontacional y violentista se une toda la corte marxista leninista mariateguista y demás hierbas con voceros variopintos desde Cerrón, Bellido, la Mendoza y Bermejo hasta un largo etcétera de vociferantes. Pero hay que recordarles la verdad: en la primera vuelta electoral Castillo obtuvo 15.72% del sufragio, es decir su verdadero caudal; en la segunda vuelta alcanzó (con voto prestado) 50.172% versus 49.828% de Keiko Fujimori. Es decir que fue proclamado con una ventaja de poco más o menos 40 mil votos. Tabulando estadísticamente, la izquierda tiene su nivel histórico: menos de una cuarta parte de la votación nacional. Y si se advierte que en casi seis meses de gobierno el sombrerudo tiene una desaprobación en el orden del 20%, entonces se concluye que carece de apoyo para hacer ninguna revolución.
Por eso aunque lo he dicho en una entrevista lo reitero hoy, Pedro Castillo como mandatario merece desprecio, sentimiento compartido por la enorme mayoría de peruanos. Eso nada tiene que ver con sus orígenes provincianos y su etnia, porque aquí cholos somos todos y entre nosotros no nos compadecemos.

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