Esta joven organización criminal venezolana, fundada en 2014, inicialmente bajo una estructura organizacional delincuencial encantonada en territorio carcelario, a la que se denominaba el Pranato, extorsionaba a los miles de presos, evidentemente en complicidad con las autoridades penitenciarias.

Es en ese momento y desde donde, incipiente pero imparable, penetró corrompiendo a diversos actores de otras instituciones del sistema de justicia, expandiendo su influencia y poder penetrando en el tejido social venezolano, para luego, cual cáncer maligno, propagarse a países de la región: Colombia, Brasil, Ecuador, Bolivia, Perú y, por ahora, incipiente, Chile.

Los malos venezolanos, con el tiempo, con los años, de manera directa o indirecta, poco a poco, irán corrompiendo a funcionarios de primera línea hasta llegar a los de mayor jerarquía dentro del aparato público, de las entidades privadas, de las organizaciones sociales, de la Fiscalía, del Poder Judicial, de la PNP, de las FF.AA., de los partidos políticos; logrando así, en su momento, ganar alcaldías, gobiernos regionales, ministerios y hasta curules congresales; es decir, penetrarán el tejido social, si no hacemos algo de inmediato.

Como veo las cosas, la venida de los del Tren de Aragua era inevitable con la llegada de millones de hermanos venezolanos, pero, que no haya sido prevista por la izquierda instalada en Venezuela y en el Perú durante el gobierno de Castillo, es algo muy improbable; todo lo contrario, así se planificó y ejecutó; sino cómo se explica que la delincuencia, el crimen organizado venezolano, estratégicamente se haya instalado en las periferias de las grandes ciudades de todo el Perú, desde donde, ya instalados, posesionados, con lujosos vehículos y residencias, con poderosas armas, estén desplegándose hacia los distritos de mayor poder adquisitivo, tal como está ocurriendo en Lima concéntrica, en la Lima acomodada… ¡Nada de esto es casual… obedece a un plan estratégico!

La izquierda cuando se instala en el poder, lo primero que hace es desestabilizar hasta destruir la estructura estatal, debilita las instituciones que aseguran la seguridad interna, es decir a la PNP y a las FF.AA., aliándose “NO AD HONOREM” con los medios de comunicación, corrompen a los grupos empresariales, a la academia, al aparataje público, de tal manera que los ciudadanos, al no tener a quien recurrir ante la ola delictiva, ante la zozobra cotidiana que ellos mismos generan y promueven, simplemente estén preocupados en sobrevivir, mientras la gran corrupción opera impune a vista y paciencia de todos, a quienes mantiene coaptados y adormecidos a punta de bonos y pequeñas dádivas emocionales cacareando, en tono lastimero, que instalarán la anhelada justicia social.

Quijotes, necesitamos un gobierno de mano dura que erradique el mal apenas se detecte. No queremos un gobierno rehén de su propio discurso político proderecho de aquellos que infringen la Ley; necesitamos que la presidenta Dina Boluarte dé la talla, se vista con la poderosa armadura del Leviatán que sólo lo llevan aquellos gobernantes poderosos, estructuradores, ordenadores y sancionadores.

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