Extorsiones y más
Extorsiones y más
Imposible tomar distancia de las extorsiones. Todos estamos concernidos porque, o ya nos ocurrió, o conocemos personas que pasaron por esto, o simplemente el delito es muy angustiante al igual que el secuestro; son casi hermanos, pero actualmente es el más extendido. Hace más de 10 años, el norte peruano se vio asolado por la banda del ‘Tío Paco’, capo de la Gran Familia. Cobraba cupos a las empresas de transporte, y su epicentro era Trujillo. Capturaron al ‘Tío Paco’ y la pesadilla amainó. La extorsión también se da, y desde hace mucho, en construcción civil. Es un ‘clásico’. Comienza una obra e inmediatamente –haya un infiltrado entre los trabajadores o no– comienza el pedido de cuotas. Convivimos con esas organizaciones criminales desde hace mucho tiempo.
El problema es que, con la llegada de malhechores colombianos y venezolanos, estos grupos delincuenciales se han multiplicado exponencialmente. Nadie, ni el Ejecutivo ni el Legislativo, da pie con bola. Si se modifican leyes en el Congreso, inmediatamente surge una oposición política. Congresistas izquierdosos critican los cambios, al coro se suma la Fiscalía. Ahora, si bien las leyes ayudan, no resuelven el tema, como sabemos. El Ejecutivo anda perdido, en todo sentido. Ante el paro de transportistas, protestando por la extorsión de la que son víctimas, el ministro de Educación soltó una barrabasada, una vez más, afirmando: “no vamos a hacerle el juego a ningún paro”. Encima, se suspendieron las clases cuando los niños ya habían iniciado la travesía de ir al colegio en medio del contundente paro de transportistas.
Para afrontar la pandemia de la extorsión, las autoridades dictaron estado de emergencia en algunos distritos de la ciudad. ¿Por qué esperaron el paro de transportistas? A la lista inicial, ayer se incluyeron otros distritos, huele a improvisación. Las FF.AA. patrullarán las calles, nuevamente. Entonces vienen las críticas, sobre todo de la izquierda, remarcando que esas medidas ya se dieron y fracasaron. Se pondrán cámaras en las unidades de transporte. Claro que eso no detendrá el delito, pero ayuda. La Policía, valerosa, culpa a la prensa por “generar zozobra en la población”, pero la extorsión se desborda y parece irrefrenable. Una Babel que no tiene cuándo acabar. Probablemente ayude la aprobación de la ley de terrorismo urbano que el Congreso debatirá la próxima semana.
La ausencia de inteligencia policial es clara. Identificar a las bandas, a los cabecillas, es una tarea de inteligencia. Hay pocas capturas y muchas extorsiones. Si se reforzara este aspecto, tal vez estaríamos más tranquilos. La Presidenta no aparece, está desorientada y no ejerce liderazgo. Su situación es difícil y cada vez más frágil. La Fiscalía suelta a los delincuentes por falta de pruebas y, aunque el Congreso dio una ley que devuelve la investigación a la Policía, hay rebeldía en su aplicación por parte del Ministerio Público. La Fiscalía está abocada a la persecución política de Dina Boluarte. El ‘cofre’ –vehículo presidencial que dicen estuvo cercano a la guarida del prófugo Vladimir Cerrón– lleva todo su esfuerzo y ahínco. Se demostró que no es así, pero a la mandataria ya le abrieron investigación preliminar por el ‘cofre’ y por enriquecimiento ilícito. El escándalo Chibolín tiene la carga de la fiscal Barreto y del policía Colchado. De momento, el drama de la extorsión quedará atrás.
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