Frente al terror: democracia, educación y libertad
Frente al terror: democracia, educación y libertad
Por Raúl Diez Canseco Terry
El terrorismo es un fenómeno global con rostros y objetivos diferentes, pero con una misma raíz: destruir la democracia como sistema político y la libertad como valor fundamental de la persona humana. Esta semana el mundo recordó los 20 años del más grave atentado terrorista que se haya cometido en la historia de la humanidad: el ataque contra The World Trade Center en el corazón financiero de los Estados Unidos, que generó 2753 víctimas inocentes y pérdidas cuantiosas por US$ 63 mil millones en daños ocasionados, operaciones de rescate y compensaciones a las víctimas.
Si el objetivo del terrorismo es infundir miedo y pánico en la población, sus consecuencias no solo son psicológicas, sino también económicas y, lo que es peor, tienen una enorme repercusión en la conciencia nacional al dejar un país fracturado, dolido, con profundas cicatrices en el corazón que se resisten a desaparecer.
Los peruanos conocemos bien esas heridas. En 1980 sufrimos en carne propia la insania de un grupo terrorista que se levantó contra el sistema. Su cabecilla, un profesor universitario, desplegó durante doce años una escalada de terror que, según la Comisión de la Verdad, produjo más de 69 mil víctimas, 54% de las cuales son directamente atribuibles a Sendero Luminoso, y daños al Estado por más de US$ 26 mil millones.
En 1982, yo mismo sentí el impacto emocional tremendo que te generan las amenazas terroristas. Tres locales comerciales que administraba en ese momento en las avenidas Javier Prado, Benavides y Arequipa fueron dinamitados por comandos del MRTA, ante mi negativa a su chantaje de pagar cupos. La respuesta que con mis colaboradores dimos a esa demencial acción fue ponernos a limpiar los destrozos y atender al público al día siguiente de los atentados.
=La extorsión y el secuestro han sido dos de los actos criminales que los terroristas utilizan con más frecuencia para proveerse de ingresos. En ocasiones, el crimen y el terrorismo se imbrican también con el tráfico de drogas, como viene ocurriendo en el Perú, tras la derrota política y capitulación de Abimael Guzmán en 1993.
El terrorismo busca destruir los lazos que tenemos como sociedad. Una sociedad desarticulada, sin valores y sin una educación de calidad es el mejor caldo de cultivo para la germinación de estas ideas extremistas, cargadas de odio y violencia. Por esa razón, uno de los primeros espacios en nuestro país donde se infiltró el terrorismo fue el magisterio.
La presencia de Sendero Luminoso en la huelga magisterial de 1973 marcó un momento clave para iniciar el largo trabajo de penetración e infiltración en las organizaciones magisteriales. “Todo apunta al sistema educativo”, afirma la Comisión de la Verdad. Primero controlaron la Federación Universitaria de la Universidad de Huamanga, luego avanzaron a la organización magisterial departamental y de allí en adelante se extendieron por la región. Los estudiantes que se graduaban eran enviados como maestros a los colegios secundarios de diversas capitales provinciales y distritales. Así se extendió el cáncer del terrorismo.
Pero el verdadero poder de la democracia está en su capacidad de aprender de sus errores y encontrar las respuestas para salir de sus antiguos y nuevos problemas. Un Estado con seres humanos presos del miedo, con profesores ideologizados, está condenado al atraso; por ello, es importante trabajar en coordinación con la comunidad internacional en políticas sociales y educativas que garanticen la paz, los valores cívicos y la seguridad ciudadana.
La tarea es larga y pasa no solo en unirnos como nación, sino también en mejorar los servicios del Estado, disminuir las brechas sociales y las inequidades económicas. Aún tenemos un extenso camino para lograr un país no solo con crecimiento económico, sino un crecimiento armónico y desarrollo sostenido, donde todos tengamos la mismas posibilidades crecer con paz y justicia social. Sin miedos, en democracia, con una buena educación y en libertad. En nuestra universidad, hemos tomado nota y venimos trabajando con los jóvenes para brindarles las herramientas y valores necesarios para que construyan un mejor mundo para todos.
(*) Fundador presidente de USIL.
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