¿Hasta cuándo la impunidad ante el escándalo de Odebrecht y… sus fiscales?

¿Hasta cuándo la impunidad ante el escándalo de Odebrecht y… sus fiscales?

En unos meses se van a cumplir ocho años de que la empresa Odebrecht y algunos de sus más altos funcionarios en el Perú –una y otros responsables de graves actos de corrupción en perjuicio del país en contrataciones de obras públicas– lanzaran la campaña para obtener el “acuerdo de colaboración eficaz”, que como ha quedado demostrado hasta la saciedad, solo fue eficaz para la empresa brasileña y sus operadores.

En los años noventa el gobierno del presidente Fujimori prohibió a la empresa contratar con el Estado debido justamente a su indebido comportamiento. Este veto fue levantado en el gobierno del corrupto Toledo, comprometido él personalmente y algunos de sus altos funcionarios en actos de corrupción con la empresa.

El año (2016) en que Odebrecht lanza su campaña para embaucar al Perú con el “acuerdo de colaboración eficaz”, ya la justicia estadounidense había comprobado y castigado con multa mil millonaria a la corrupta y corruptora empresa y estaba en posesión de las pruebas de sus delitos en distintos países de la Región, entre ellos el Perú.

Pese a que hubiera bastado solicitar al gobierno y la justicia estadounidense compartir toda la información en su poder, conforme a tratados internacionales de cooperación en materia penal, aquí el gobierno de Kuczynski y luego de Vizcarra, el procurador del ministerio de Justicia y los fiscales Vela y Pérez, perpetraron y cumplieron un entreguista –y por todos lados presuntamente corrupto– acuerdo que hasta hoy se mantiene en secreto con la complicidad inexcusable de los fiscales de la Nación y que le ha permitido a empresa y funcionarios brasileños llevarse centenares de millones soles que tenían en bienes aquí, ser procesados por delitos menores y garantizados de no pasar un solo día de prisión.

¿Cuál fue la contraprestación de la empresa y sus funcionarios? Nada más y nada menos que prestarse al juego de agitar aquí el escenario político y de vengarse de la prohibición de los años noventa, prestándose a repartir sospechas –sin elemento alguno probatorio– de financiamiento al partido político liderado por Keiko Fujimori, mientras que la prensa controlada por un socio y compañero de fechorías de Odebrecht se prestaba a santificar el acuerdo y a endiosar a los fiscales.

Luego de ocho años y al no poder sostener más la trama engañosa, resulta que Barata, el funcionario estrella de Odebrecht pierde a pedido de sus fiscales aliados, la condición de colaborador eficaz. Patéticamente, se pretende mantener intacto el acuerdo presuntamente mafioso. ¡Inaceptable!

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