Honrarás a tus héroes
Honrarás a tus héroes
Según nuestra legislación, el título de Héroe Nacional se confiere a quienes, ofrendando su vida en forma voluntaria y consciente, lleven a cabo una acción extraordinaria de gran valor, cuya trascendencia e importancia sea de magnitud nacional. Se otorga a propuesta del Consejo Nacional de Calificación de Acciones Heroicas.
En la mañana del 29 de enero de 1995, ante el pedido de auxilio de una patrulla militar atacada por elementos del ejército ecuatoriano, en el Alto Cenepa, el entonces Capitán Luis Alberto García Rojas se ofreció como voluntario para liderar la escuadrilla aérea, conformada por dos helicópteros MI-8T del Ejército y dos MI-25 de la Fuerza Aérea, para proveer apoyo de fuego a los efectivos nacionales. A pesar de lo peligroso de la misión y de que su nave no contaba con los elementos de protección, en una acción más allá del deber, no dudó en ofrecerse para encabezar al grupo.
Luego de una exitosa incursión, a las pocas horas, fue necesario volver a la misma zona de combate, ante lo que tuvo el coraje de ofrecerse nuevamente, a sabiendas de que era objetivo de las fuerzas del invasor. En esa valerosa acción, su helicóptero fue alcanzado por un misil del enemigo. La explosión segó la vida del épico capitán y su memorable tripulación. El Capitán García Rojas fue ascendido al grado de Mayor póstumamente y declarado Patrono de la Aviación del Ejército Peruano.
Sin embargo, a pesar de la inmensa cantidad de pruebas y testigos que convalidaban la acción heroica, un mar de mezquindades del Estado y sus funcionarios regateaban el reconocimiento a su espontánea inmolación. Pero ahí surgió otra figura indomable y leal, la de su viuda Julia Panta Quevedo, quien a sus 29 años y con una hija de 4 años y otra de 6 meses, se revistió de la más descomunal energía para resguardar, sola contra el mundo, la excepcional acción de su valeroso esposo.
El marzo de 2006, se promulgó la Ley 28682 que declara Héroe Nacional al Mayor EP Luis Alberto García Rojas. El Perú se comprometió a erigirle un monumento en Lima y otro en su natal Chiclayo, para perennizar la gratitud nacional, y se dispuso que sus restos mortales fueran trasladados a la Cripta de los Hérores. También quedó establecido conmemorar la fecha la acción heroica, y considerarla en el calendario cívico y de ceremonias oficiales.
El Ministerio de Educación se veía obligado a publicar un libro para destacar la gesta. Asimismo, se le debía inscribir en la Sociedad de Fundadores de la Independencia. Por último, se colocaría su nombre en plazas, avenidas o calles principales.
La desidia e incuria de los gobernantes llegó al extremo de obligar a la familia a tener en la sala de su casa, el féretro con los restos de nuestro héroe durante un año. Solo cuando presentaron una Acción de Cumplimiento ante el Juzgado Constitucional y obtuvieron el fallo favorable, se comenzó a cumplir con las obligaciones oficiales, aunque hasta hoy quedan sustanciales temas pendientes.
Mañana 29 de enero se conmemoran 28 años del sacrificio memorable del Héroe del Cenepa. Es hora de poner fin a la vileza con la que han actuado muchos presidentes desde 1995, uno de los cuales vistió el mismo uniforme que el Mayor García. Fortalezcamos la dignidad del soldado peruano y hagamos justicia al esfuerzo que despliega día a día. Revisemos los casos de centenares de servidores de nuestras Fuerzas Armadas y Policiales que esperan, muchos de ellos hasta su muerte, que la patria atienda sus heridas de guerra, reconozca sus méritos y proteja a sus familias.