Hugo Sotil, el ídolo de multitudes

Hugo Sotil, el ídolo de multitudes

Hugo Sotil, el ícono del fútbol peruano, el hombre de figura maciza, de piernas de roble, el que entusiasmó hasta el delirio a la hinchada peruana y extranjera con su juego inteligente y veloz, con su dribling endemoniado, con sus toques rápidos y su juego colectivo.
Un amigo de mi padre vino a nuestra casa en 1968 y le dijo: “Hay un cholito que la está rompiendo en el Municipal, agarra la pelota y la destroza, la descose”. Mi padre no le creía, pero su amigo se lo llevó al estadio de San Martín de Porres y de arranque mi papá se dio cuenta que Sotil era una estrella. Hugo se iba por la punta izquierda y dribleaba a todo el mundo o habilitaba a uno de sus compañeros con pases rápidos y perfectos, o él mismo anotaba gol tras gol. La gente no lo podía creer. Con Sotil, Municipal regresó a la primera división.
Perú había clasificado al mundial del 70 y la gente pedía de una manera desaforada a Sotil, pero el entrenador Didí no iba a verlo jugar, hasta que el maestro Roberto Chale lo vio en el Nacional y declaró que Sotil jugaba mejor que cualquier miembro de la selección. A Didí no le quedó otra alternativa que convocarlo. Se jugó un amistoso contra Bulgaria antes del mundial, y como la gente reclamaba la entrada del “Cholo”, Didí lo llamó en el segundo tiempo, cuando íbamos perdiendo 3 a 0. La gente decía: “Ahí sale el ‘Cholo’, pero parece que lo quieren quemar con el score en contra”. Entró Sotil y a los búlgaros los agarró de lornas, a los diez minutos metió un gol, luego habilitó a Chale y a Cubillas y se vinieron dos goles más, enseguida Sotil se escurrió por todos lados, dejó congelados y regados por el piso a los búlgaros y metió dos goles al hilo en solo cuatro minutos, con los que ganamos 5 a 3; la gente se moría de gozo.
Sin embargo, Didí no incluyó a Sotil contra Bulgaria en el primer partido del mundial. Cuando los búlgaros ingresaron a la cancha, buscaron a Sotil hasta debajo del gramado y estaban gratamente sorprendidos de no encontrarlo. Nos fuimos al entretiempo con un gol en contra. Las tribunas coreaban el nombre del “Cholo” y Didí lo puso en la cancha en lugar de Baylón. Los búlgaros se pusieron pálidos. Desde el inicio, Sotil hizo lo suyo: aplicar velocidad física y mental en todas sus jugadas, era una máquina de goles, lo que para los demás era un esfuerzo arduo, para él, un genio, era solo un juego. Metimos tres goles contra Bulgaria y el pueblo recuperó el ánimo a solo dos días del trágico terremoto de 1970.
Luego lo fichó el Barcelona, y aunque solo estuvo cuatro años (de 1973 a 1976), los españoles lo recuerdan como lo que es: una leyenda del fútbol mundial.
Querido “Cholo”: probablemente, nunca aparezca en el panorama futbolístico peruano alguien con tu talento, por eso te recordamos con orgullo pues ubicaste el nombre del país en lo más alto del podio. Descansa en paz, maestro.
Nota: Este artículo lo escribí gracias a los recuerdos y a la chispa de mi padre, Héctor García Egúsquiza.

Por Evelyn García Tirado 

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