¡Imperdonable! Con el hambre no se juega

¡Imperdonable! Con el hambre no se juega

Dina Boluarte actúa con lentitud o simplemente no reacciona. Ángel Manero debió haber dejado el Midagri tras sus vergonzosas declaraciones, que ignoraron la grave inseguridad alimentaria que afecta a 17 millones de peruanos. Con una soberbia inaceptable, intentó contradecir los informes especializados de la FAO y del Programa Mundial de Alimentos, entidades que trabajan estrechamente con varios ministerios y alertan constantemente sobre el empeoramiento de la situación en el Perú. Antes, solo Huancavelica, Puno y Apurímac enfrentaban esta crisis; hoy, más de 10 regiones sufren sin esperanza de mejora.

El MIDIS promueve diversos programas sociales, pero pocos se centran exclusivamente en la alimentación. Destacan la “Beca Alimentación” para universitarios en situación vulnerable y “Qali Warma,” que solo funciona cuando los niños asisten a clases. Si están de vacaciones, enfermos o no pueden enfrentar las agotadoras caminatas para llegar a la escuela, simplemente no comen. La realidad que enfrentan muchos niños peruanos es clamorosa, lo que hace aún más indignante que un ministro clave intente minimizarla e incluso negarla. Su ignorancia es inexcusable. Máximo Torero (FAO), Carolina Trivelli y otras personas expertas ponen este tema constantemente sobre la mesa; es su absoluta responsabilidad conocerlo.

Peor aún, este funcionario tiene experiencia y conocimiento del sector: fue director del Banco Agropecuario, director de negocios agrarios de MIDAGRI y director nacional de promoción de negocios de Sierra Exportadora. A pesar de sus títulos, sus declaraciones reflejan que nunca ha salido de su oficina. Su insensatez y falta de empatía lo descalifican completamente para ser servidor público.

Según la Encuesta Nacional Agraria (2022), cerca del 98% de la actividad agrícola del país es de carácter familiar, con unidades de menos de 10 hectáreas. Sin embargo, el 50%, principalmente en la sierra y selva, se encuentra en subsistencia crítica, es decir, cultivan en menos de 2 hectáreas. No se necesita ser muy inteligente para concluir que estos campesinos, sin semillas certificadas ni tecnología y totalmente dependientes de las lluvias, tienen cosechas pobres y no acceden a una dieta rica en proteínas, mucho menos a “comer de manera contundente.” ¿Qué le pasó al ministro Manero, que tuvo la osadía de decir que, porque él no cenaba, también caería en la clasificación de la FAO como víctima de inseguridad alimentaria grave? Con el hambre de nuestra gente no se juega, señor Manero. Una de las principales funciones de su ministerio era brindar apoyo a los pequeños agricultores con financiamiento, asesoría técnica y acceso a mercados.

La economía peruana no está bien, a pesar de los optimistas análisis económicos. No obstante, muchas empresas podrían esforzarse por implementar programas alimenticios, distribuir alimentos básicos e impartir educación nutricional en sus zonas de influencia, sin montos mínimos, y que el 100% de ese gasto sea deducible del Impuesto a la Renta. En ejercicios sin utilidades, podrían arrastrarlo por cinco años o aplicarlo contra el IGV. Se necesita un régimen tributario realmente atractivo, que, asociado a la solidaridad, tenga éxito. Las empresas tienen fines de lucro; no se les puede imponer el mecenazgo ni la subsidiariedad, pero es bien sabido que el Estado está ausente en el Perú, y que el sector privado es el único con capacidad para compensarlo. Si no se toman medidas correctivas inmediatas, el problema solo se agravará.

Finalmente, cabe destacar que el único medio serio que recogió las desafortunadas declaraciones de Manero, acompañado de un impecable informe, fue Expreso. El Comercio, como de costumbre, evitó enfrentarse al gobierno. Pocos tienen el coraje de atacar de frente, aunque duela y cueste. La prensa tibia solo daña al país; estaríamos mejor sin ella.

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