In memoriam
In memoriam
Estos renglones iban a ser otros, pero la triste noticia del fallecimiento a los 96 años del gran poeta Carlos Germán Belli, a quien tuvimos el placer de conocer y disfrutar de su amistad en las antiguas oficinas de la redacción de “El Dominical” del diario “El Comercio”, nos lleva a recordarlo.
En julio de 2006, en estas mismas páginas de “EXPRESO”, escribimos con motivo de la presentación de sus “Versos Reunidos” (1970-1982), una antología poética de aquel período. Para entonces, Belli ya era considerado el mayor poeta vivo de la Generación del 50. Paradójicamente, la presentación del libro en el bello Museo de Pueblo Libre no tuvo la concurrencia ni la difusión periodística que merecía, a pesar de que en ese año el genial bardo chorrillano había sido galardonado con el Premio Iberoamericano Pablo Neruda. Este hecho es una muestra de cómo, en general, los reconocimientos justos llegan con la muerte y no en vida. Otro ejemplo de la ingratitud tan peruana –¿será envidia, o ambas cosas?–, aunque el querido Belli, con su inmensa sencillez, que más bien parecía timidez, siempre olvidó o perdonó.
Nos tomamos la licencia de repetir unos párrafos escritos hace casi dos décadas: “El jurado que consagró a Belli con el premio iberoamericano que lleva el nombre de su admirado Pablo Neruda fundamentó el fallo en ‘la extraordinaria proyección de su trabajo poético, cuya originalidad mayor consiste en la fusión de las más diversas formas y posibilidades expresivas de la tradición y de la modernidad’. Carlos Germán Belli nació poeta y vive para la poesía, con una originalidad que desafía la métrica y la invención verbal. O, parafraseando su poemario más conocido, es poeta porque el hada cerebral que lleva dentro así lo inspira. Terminamos con unos versos geniales que Carlos Germán dedica a los habladores que mejor harían en callar: ‘Usted, bocaza de lobo oscura, tras un recodo así aguardando (…) con un cuchillo entre los dientes, para estampar el crudo mal. Usted, cuchillo, el más filudo de la armería desta República’”.
Estas estrofas, tan actuales, caen como anillo al dedo, o más bien como escalpelo, a varios personajes que, en estos grises tiempos, todavía pululan en el Estado a pesar del mayoritario repudio de la ciudadanía. ¡A quien le caiga el guante, que se lo chante!
Descansa en paz, buen amigo. ¡Amén!
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